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Alumna
Fecha: 02/09/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Yo era profesor de idiomas en una Universidad en el sur de la Ciudad de México. En realidad nunca tuve mucha suerte con las mujeres pero ese trabajo me daría la mejor satisfacción de mi vida. Tuve una alumna que siempre se sentaba en primera fila y que curiosamente era mayor que yo por 10 años. Estudiaba algo sobre libros y sobre Latinoamérica, lo cual yo conocía tanto como ella. A mi me parecía simpática y muy inteligente. Conforme pasaba el tiempo comenzó a vestir de manera cada vez más atrevida y era muy notorio para mí, pues siempre estaba en primera fila. Usaba jeans que no le favorecían, como después supe, sino que le hacían justifica a su hermoso trasero redondeado y grande, y a sus piernas grandes y antojables. Luego las faldas fueron más comunes, y las minifaldas y las medias de red que la hacían ver muy sexy. el color verde le sentaba genial y su cabellera rojiza también. Ella sabía que yo tenía una relación formal de 6 años con la que ahora es mi mujer. Sin embargo eso no impidió que me declarara su atracción pues yo le parecía atractivo y también inteligente. La docencia otorga un halo de atracción ante las estudiantes del cual me aproveché. Ella me lo confesó en la facultad, y me declaró que no le importaba ser una especie de puta, de plato de segunda mesa, de calenturienta, no le parecía que se humillaba frente a mí siempre y cuando la amara en secreto y de manera muy pasional. Ella me decía que nunca había sido muy zorra ...
... pero que conmigo accedería a lo que yo quisiera. En una ocasión coincidimos en un concierto de música africana y ambos estábamos muy tomados, así que le propuse ir a mi casa, pues yo vivía sólo. Ella me dijo que si me quería agandallar y le respondí que sí, que mi intención era hacerla mía. No accedió de inmediato, pero el vino y la música hicieron que fajáramos un buen rato frente a mucha gente que hacía lo mismo, entre universitarios que bebían, y se drogaban. A nadie le importaba. Finalmente fuimos a un hotel de paso y comenzamos a besarnos como nunca y nos despojamos de nuestras prendas. Nunca había visto senos tan bien formados, pezones tan rosados, tetas más duras y hermosas, nalgas tan tersas como la piel de un durazno. Sin embargo, ella me montó y me enseñó lo que nunca había aprendido. La experiencia que tenía con hombres era evidente y me dió una lección de amor que nunca olvidaré, y las posiciones y los usos de su lengua, trasero y senos fueron inolvidables. Al final me di cuenta de que ella sangraba y me encantó. Pero no se trataba de una lesión sino que era el inicio de su periodo, lo cual nos alegró bastante y por lo que seguimos toda la noche hasta quedar muy cansados. Hasta ahora sueño con ese momento a pesar de que soy casado y muy contento con mi matrimonio, daría muchas cosas por repetir ese momento con mi alumna, recordarla ebria, bailando y haciéndome el amor como nunca más lo volveré a hacer, como los mismos ángeles.
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