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Vacaciones
Fecha: 07/10/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: claudio69, Fuente: CuentoRelatos
La verdad es que esta es una situación extraña y que todavía no he digerido demasiado bien. Yo siempre había pensado que todas esas historias que se ven por Internet son muy exageradas y que no pasaban nunca o casi nunca en la vida real. Pero hace unos veinte días me di cuenta de lo equivocado que estaba. Bueno, antes de empezar la historia en sí, voy a contar un poco cómo somos y esas cosas. Yo me llamo José y tengo 27 años, mido 1,79 y hago deporte de vez en cuanto, no soy ningún adonis. Mi esposa se llama Vivi Mora y tiene 26 años, es muy guapa, mide 1,65, pelo moreno tirando a castaño, morena y usa lentes, con una 80 de pecho. Es simpática, divertida, suele vestir normal y es bastante activa en la cama. Nosotros llevamos ya casados casi dos meses y tenemos planes de comprar una casa, pero por motivo de estudio y trabajo no veo a mis padres casi nunca y en las últimas Navidades la Vivi no pudo venir a verlos. Sin embargo, hace cosa de un mes y medio mis padres me llamaron. Era el cumpleaños de mi padre, 59 años, y querían que los fuéramos a visitar para celebrarlo y, de camino, hablar de nuestra luna de miel con la Vivi. La idea me pareció buena, pero lo malo era la fecha, ya que a mediados de mayo era difícil conseguir algunos días de descanso. La Vivi podía, ya que ahora mismo no trabaja, pero yo iba a tener que andar pidiendo favores que después tendría que pagar, seguramente, en verano. Aun así, conseguí cambiarme con algunos compañeros y usé algunos días que ...
... tenía y al final conseguí 6 días (de miércoles a lunes). La Vivi estaba contenta, ya que quería ver a mis padres. El martes, se dedicó a preparar las maletas y el miércoles por la mañana cogimos el coche y nos pusimos en marcha. Durante el camino fuimos escuchando música, hablando, etc. Vivi: Bueno, por fin voy a ver a tus padres. ¿Crees que les caigo bien? Yo: ¡Seguro!, no te preocupes. Vivi: ¿Hay algo que deba saber para no meter la pata? Yo: No, no que yo sepa. Mi padre trabaja como cerrajero y es bastante de pueblo. Mi madre es más de ciudad. Vivi: ¿Padre cerrajero y de pueblo? ¿Quieres decir que es muy “cerrado”? Yo: Bueno, un poco. Vivi: -mirando por la ventanilla- Ya falta poco. Yo: No. Queda un poco más. Mis padres no están en la ciudad, están en una casa de campo de mi tío. Mi tío tiene un huerto y animales, pero como no suele estar, mi padre va y les da de comer y esas cosas. Seguimos durante casi una hora más hasta que llegamos. Mi madre salió a recibirnos. Estaba tan guapa como siempre (mi madre se llama Isabel y tiene 48, se conserva muy bien y con el arreglo de pecho había ganado mucho). María: ¡Hola! ¿Cómo están? ¿llegaron sin problemas? Yo: Sí mamá. Isabel: Ven y dame un beso. Yo: Voy –me acerqué y le di dos besos-. Bueno aquí está mi esposa Vivi. Isabel: Irene. ¡Hola! Vaya, mi hijo no mentía. Eres muy guapa. Vivi: Muchas gracias, usted también está muy bien. Isabel: Gracias, hija. Aunque – cogiéndose las tetas – ya ...