1. LOS MUCHACHOS DE MI BARRIO VI (EL GRINGO CONTINUACION)


    Fecha: 11/10/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... veían, con todas las sensaciones y las emociones de quien descubría todo lo nuevo. Lo del gringo Rafael es tal y como lo cuento. De verdad era enorme, más grande que todo lo que había visto, tocado y probado hasta ese momento. De verdad cada vez que eyaculaba, lo hacía de manera abundante y podía sentirse el latido de su sexo cuando regaba mi interior con su simiente. Desde las vacaciones de invierno que pasé con mi tío Tito en el camión, en el mes de julio hasta finales del mes de octubre conocí cuatro miembros diferentes. Cada dueño lo usaba de manera incomparable. Tenian una textura y un sabor no comparable. Salvo mi tío Tito que me hacía ver estrellas las primeras veces por su tamaño y porque fue el primer adulto que me penetró, los otros tres, mi hermano, el Jacinto y el gringo Rafael me hicieron sentir tanto placer, hicieron que me gustara tanto, que desde ese momento estuve atento a descubrir y aceptar las ocasiones que se me presentaron. No solo fue el tener en mis manos y en mi boca sus miembros sino que era sentir su piel, su cuerpo cubriendo al mío, poseyéndome y enseñándome los secretos para encontrar placer en cada gesto, en cada acción. Hablando de acción. Cuando el zapatero se fue, me quedé un rato más en la laguna. Estaba maravillado de lo ocurrido esa siesta. Primero lo acontecido con el Jacinto. Yo no sabía que se había distanciado de la novia y esa era la razón de sus urgencias que me facilitaron todo. Todavia siento sobre mis glúteos la caricia de su ...
    ... pelvis cuando se cobró la apuesta. La suavidad de su piel y el cosquilleo de los pelos de su pelvis, el roce de su glande húmedo y resbaloso entre mis glúteos y la sensación de su penetración alojándose totalmente en mi cuerpo están siempre presentes. La aparición después del cuidador de la finca fue la culminación de una siesta inolvidable. Lamento no contar con un léxico que me permita describir lo que sentí cuando lo vi desnudo en el borde de la laguna. No era un adonis. Era un hombre grande, quizá 1,80 mts de estatura para un cuerpo formado por el trabajo cotidiano. Piernas gruesas, vientre plano, torax ancho, brazos musculosos, cola pequeña y todo cubierto de abundante pelo castaño. Ya hablé de la parte importante que sobresalía y que me había dejado una sensación de vacío en mi recto. Mientras ne tocaba la zona recordaba: “¿Vas a venir mañana?” No pude cumplir mi promesa de volver al día siguiente. No recuerdo la razón. Sí lo hice el domingo siguiente, unos cuatro días después. Mis hermanos no quisieron llevarme con ellos y los otros chicos a jugar futbol a otro barrio y quedé solo y aburrido. Me acordé de la laguna y hacia allí me fui. En la laguna no había nadie así es que bordeándola pasé y seguí camino a la casa del gringo. Bajo la galería de la casona estaba sentado el gringo Rafael. Cuando me vio se sonrió. Miró para ver que no hubiese nadie más cerca y me hizo señas para que entrara a la casa. -¿Viniste solo, nene?. -Sí… -¿Venis por esto? – dijo tocándose el paquete. ...