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La historia de Ángel, solo era un muchacho (07)
Fecha: 08/11/2019, Categorías: Gays Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Desperté en la cama de Pablo, él no estaba a mi lado, tenía que haberse marchado a la universidad, y sin despertarme me había dejado tapado con la sábana. Me desperecé y sonreí recordando lo de la noche, lo que pasó con él sobre todo, hasta que decidí, porque no llegaba a sacar conclusiones claras, saltar de la cama y marchar a mi habitación antes de que los de la limpieza me encontraran en una cama que no era la mía. Me duché y preparé como otros días sin dejar de pensar en lo que Pablo pudiera sentir por mi, si es que sentía algo, a veces me parecía que tenía celos, otras que disfrutaba sabiendo lo que hacía con otros hombres, todo ello contradictorio. En el desayuno, Alicia me dio el recado que Eduardo la dejó. Iban a venir los profesores que había contratado, para que le esperase sin alejarme de la casa. Hoy no podría tener mi clase de conducir con Damian que ya había venido a buscarme, pero la chica le advirtió que hoy no podría hacerlo puesto que tenía que estar con Eduardo su jefe. Aunque estaba deseoso de aprender a manejar un coche, en parte me alegré, Damián me imponía bastante y ahora que sabía lo que quería de mi me sentía vulnerable. Después de cepillarme los dientes paseé por la casa, con Dulce siguiéndome los pasos, esperando que le sacara a pasear un rato por el parque. Me acerqué al ala de las habitaciones de Ana que miraban a la piscina exterior y al pabellón de verano. Al pie de la cristalera del final del pasillo estaban mirando hacia ...
... afuera Carmen y Tomás, lo que se decían debía ser divertido porque a veces ella reía. Intenté no hacer ruido mientras me acercaba, Dulce me delató con su ladrido. Entonces dejaron de mirar hacia fuera y Carmen blandió la mano hacía Dulce. -Sabes que no puedes venir a esta zona, a la señora no le gusta que dejes pelos. -eso fue todo, Dulce se puso detrás de mis piernas y ella inclinó la cabeza y entró en una de las habitaciones. Pensé que para qué necesitaría Ana María tanto sitio para ella sola, conté en el pasillo cuatro puertas. Tomás siguió con su labor, pasando un enorme escobón de tela por el ancho pasillo, me daba un poco de corte, tenía que saber a lo que su señor iba anoche a mi habitación. Lo que pensara no lo sabría nadie, ni lo dejaba traslucir en su inexpresivo rostro. Miré lo que antes observaban ellos con tanta atención y les divertía, al lado de la piscina estaba Ana María con el chico del buzo naranja, señalándole a los árboles que había en un lateral de la piscina y los setos que separaban el pabellón de la zona de playa y recreo, el muchacho encogía los hombros como respuesta, Ana parecía estar molesta. Para las once de la mañana Tomás me localizaba en mi habitación, donde seguía investigando entre las cosas de Oriol, encontrado muchas sorpresas que no esperaba, venía a buscarme de parte de Eduardo que me esperaba en la biblioteca. Estaba acompañado de dos señores, uno mayor que el otro, el de más edad, al que calculé unos cincuenta, tenía ...