Un día de estos te voy a follar mamá
Fecha: 12/11/2019,
Categorías:
Masturbación
Autor: hoerrante, Fuente: CuentoRelatos
... sabía que volvería a pasar, sólo se mirarían. Eso no era sexo.
Y pasó. A diario. En cuanto estaban solos, Luis empezaba a tocarse. Se miraban. Como había dicho, ahora se quitaba la camisa que llevara y se bajaba o quitaba los pantalones. Rosa no. Ella sólo metía una mano por dentro de sus bragas y se frotaba. Aguantaba hasta que notaba como Luis se tensaba y entonces se corría mirando como la polla escupía leche en grandes y potentes chorros, que caían sobre el pecho y los muslos del muchacho.
Luis le decía siempre que le enseñara el coño, que se moría de ganas de volver a verlo. Rosa se negaba. Decía que estaba bien así. Que así podían seguir haciéndolo.
-Venga mamá. Que ya te lo he visto, y tú me ves a mí la polla en todo su esplendor.
-Que no, Luis. No insistas.
-Jooo, al menos abre bien las piernas, para que vea como te tocas por debajo de las bragas.
-Ummm, no seas pesado... y córrete ya.
-¿Te gusta ver cómo me corro?
-Ummm, sí, me gusta.
-Y a mí verte correr a ti. Pero sería mejor aún si viera ese precioso coñito tuyo.
A los pocos segundos, los dos se corrían entre espasmos y suspiros de placer.
Las negativas no hacían que Luis dejara de insistir. A los pocos días, consiguió que su madre, al fin, abriera bien sus piernas. Ahora sólo la fina tela de las bragas impedía que pudiese ver los dedos recorrer la mojada hendidura, clavarse en el coño y mojarse con los jugos. Cuando las bragas eran de satén, se veía perfectamente la mancha de ...
... humedad.
-Ummmm mamá, hoy estás bien mojadita. Tienes las bragas mojadas. ¿Estás muy cachonda?
-Aggggg, sí, muy cachonda -respondió, metiendo la mano por dentro de las bragas y pasándose dos dedos a la largo de la raja, hasta llegar a su clítoris.
-¿Por qué mamá? ¿Tenías ganas de verme la polla?
-Sí, sí.
Era verdad. Pero no toda la verdad. Ese día estaba especialmente cachonda porque por la mañana su marido se la había follado antes de irse a trabajar. Y, como casi siempre, él se corrió antes de que ella lo hiciese, dejándola sobre la cama, ardiendo.
Y ahora, abierta de piernas, se hacía una paja mirando a Luis menearse la polla. Con el coño lleno de la marital leche, no pudo aguantar hasta que se corriera Luis, y estalló en un fuerte orgasmo que mojó aún más las bragas.
Después de la fabulosa corrida, seguía caliente. Luis lo notó, y lo aprovechó. Consiguió que ella se tocara las tetas con la otra mano, sobre la blusa, se pellizcara los pezones. Era como aquel día en que la pilló, solo que ahora estaba vestida. Sin embargo, la imagen era igual de caliente. Cuando él se corrió, Rosa volvió a correrse, con él.
Se miraron, sonriendo y respirando agitadamente.
-Enséñamelo.
-Eres un pesado.
-Enséñame el coño.
Ella seguía con las piernas abiertas. Sacó la mano y apartó unos segundos la braga, mostrándole a su hijo su encharcado coño, que rezumaba jugos. La mirada que Luis le echó la hizo estremecer.
-Que preciosidad, mamá. Tienes un coño ...