La reeducación de Areana (20)
Fecha: 16/12/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... la niña con los pies bien separados continuó la paliza, pero ahora en los muslos, por dentro y por fuera.
A medida que la zurra transcurría Areana iba siendo cada vez más presa del dolor y del placer que ese dolor le deparaba mientras sus muslos empezaban a colorearse y ella repetía “sí” “sí” una y otra vez, como enjaulada en un delirio morboso que la había atrapado por completo.
Por fin la paliza terminó, cuando la cola y los muslos de Areana lucían una rojez muy excitante para Godínez.
-Enderécese, alumna. –ordenó después de haber normalizado su respiración y Areana obedeció sin poder controlar su jadeo.
-Dese vuelta. –y la niña lo hizo para permanecer con la cabeza gacha y las manos atrás.
-Me dijo que usted ya no es la indisciplinada que era, ¿verdad, Kauffman?
-Sí, profesora…
-Y que en cambio es usted una chica obediente…
-Sí, profesora…
-¿Y a qué se debe el cambio, si se puede saber?...
-Yo… yo entendí que… que no estaba bien ser como yo era y… y entonces cambié… -contestó Areana ocultando parte esencial de su cambio.
-Muy bien, Kauffman, vamos a ver si es cierto que es una chica obediente… Arrodíllese.
-Sí, profesora… -murmuró Areana sintiendo que sus mejillas ardían.
-Apoye la cola en los talones y las palmas de las manos en los muslos.
-Sí, profesora… -y obedeció.
-Mire al piso.
-Sí, profesora… -musitó la niña y bajó inmediatamente la vista mientras sentía que la paliza, el estar de rodillas y la sucesión de órdenes ...
... que le impartía la profesora la tenían muy excitada
-¿Qué siente, Kauffman, arrodillada ante mí con el culo y los muslos rojos y la bombacha por los tobillos? –inquirió la Godínez aviesamente.
Areana tragó saliva y respondió con un hilo de voz:
-Me siento… me siento muy humillada, profesora…
“Estoy yendo muy lejos, más lejos que nunca.” -pensó la docente un tanto alarmada pero a la vez incapaz de detenerse. Areana la excitaba como ninguna otra antes, no sólo por sus atractivos físicos sino fundamentalmente por mostrarse obediente en extremo y haber hecho explícita esa condición. Carraspeó incómoda consigo misma y dijo sin poder quitar la vista de la alumna.
-Bueno, tome esa humillación como parte del castigo, señorita Kauffman, y ahora, de pie.
-Sí, señora… -dijo Areana mientras se incorporaba sin dejar de mirar el piso.
La Godínez la envolvió en una larga y lenta mirada desde la bombacha en los tobillos hasta la cabeza, tragó saliva, contuvo con un gran esfuerzo deseos que ella condenaba por pecaminosos y ordenó con voz algo enronquecida:
-Súbase la bombacha.
-Sí, señora… -respondió Areana cada vez más excitada.
-Las manos atrás, Kauffman.
-Sí, profesora… -Y con las manos atrás se aplicó a retorcerse los dedos en un intento por descargar la dolorosa tensión que parecía habitar en cada una de sus células.
-Bueno, señorita, espero que a partir de ahora se porte bien y no me obligue a traerla acá nuevamente. –dijo la profesora aunque deseaba ...