1. Un domingo cualquiera


    Fecha: 01/01/2020, Categorías: Lesbianas Autor: rincondelmorbo, Fuente: SexoSinTabues

    ... haciendo, pero por el otro me sentía cohibida, no sólo porque era la hija de mis patrones, sino porque se trataba de una mujer; nunca lo había contemplado siquiera. Mientras me tenía abrazada, no dejaba de darme picos en la mejilla y de apretarme fuerte con sus pies y sus manos, parecía una garrapata aferrada a mi cuerpo. De un momento a otro sentí que mordía mi oreja, su lengua recorrió todo el borde de ésta hasta que la sentí bajar por mi cuello; yo seguía intentando despegarla de mí, pero para ser sinceros estaba perdiendo la batalla, cada vez la empujaba con menos fuerza, ya ni siquiera le decía nada, había comprendido que mis palabras eran inútiles, su fuerza de voluntad era implacable. Pasó por mi cuello, llegó hasta mis hombros; la sensación era extremadamente agradable; a pesar de la cordura que hacía que me resistiera, mi calentura aumentaba con cada roce de su lengua, sin contar que había dado en todo el blanco, si algo me hacía poner arrecha era que me besaran la cara y el cuello; y ella no paraba de hacerlo, y aunque la fuerza que estaba haciendo para mantenerse aferrada a mí era mucha, el movimiento de su lengua era lento y suave, sentía como ponía sus labios en mi piel y los iba cerrando; Victoria exudaba sensualidad por cada uno de sus poros. No sé en qué momento exacto fue, pero dejé de luchar; caí rendida ante los sucesivos besos que me daba; lo que sí recuerdo a la perfección fue que cuando lo hice, sentí como mi cuerpo se desmadejaba mientras ella pasaba ...
    ... su lengua por mi cuello; no es que hubiera pensado en hacerlo o no, más bien fue como perder la fuerza de voluntad; entregarme al deseo; ya no quería que parara; me descubrí apretando las piernas, mi coñito estaba pidiéndome a gritos que lo tocara. La abracé, ya en vez de empujarla la estreché entre mis brazos, mi mano subió hasta su cabeza y mis dedos se perdieron en su cabello; ella por fin dejó de hacer fuerza, y al igual que su lengua, sus manos comenzaron a deslizarse por mi espalda despacio, sin el más mínimo afán. Supongo que Victoria comprendió que había logrado derribar mis defensas, sus labios recorrieron mi rostro hasta que llegó a los míos, intentó darme un beso, no quité mi boca, simplemente me quedé quieta, estaba paralizada; eso no la desanimó, por el contrario, sacó su lengua apretando la punta y bordeó mis labios con ella, rematando con un pequeño mordisco en mi labio inferior que se estiró mientras lo mantenía agarrado entre sus dientes; lo hizo una y otra vez hasta que mis labios respondieron a los suyos encontrándonos en un beso; la poca cordura que quedaba me la fue arrebatando con sus besos, entre uno y otro fui quedando a merced de ella. Volteó los tirantes de mi ropa hacia los lados y fue bajándolos hasta que saqué los brazos de ellos, la parte de arriba de mi pijama cayó hasta la cintura; ella se quitó la suya quedando tan solo con las tangas puestas. Se abrazó nuevamente a mí; sentí la humedad en su piel; después del forcejeo las dos habíamos quedado ...