1. La puta del barrio


    Fecha: 16/09/2017, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... felicidad de verle dichoso, de hacerle dichoso. Es el amor que, aún a mis 70 años y tras 44 de matrimonio, siento por mi esposa. Si dijera que la quiero como el día que nos casamos mentiría pues la quiero mucho más que entonces”. Estas palabras las escribía hace casi cuatro años, Mayo de 2011, más o menos; hoy, cuatro años después, a nada de mis 75 y 48 de matrimonio, refrendo esas palabras, de la primera a la última. Sigo amando a mi mujer, 72 años ya, bastante más que aquél día en que nos dimos el “Sí”. Llevo con ella 48 años de idílico matrimonio, más otros cuatro de novios; cincuenta y dos años juntos, de mis casi setenta y cinco de vida… Ya, y desde hace seis, siete, entre nosotros no puede haber intimidad marital, pues padezco una diabetes que me dejó “inútil p’al servicio”, pero tal contingencia, a nuestro amor, nuestro cariño, en nada afectó, en nada afecta; me gusta decirle que la quiero, que la quiero mucho; y acariciarla, besara…en el pelo, el rostro, las mejillas… Ya sin deseo, asexuadamente… Sólo pervive el cariño, el amor, desvinculado de toda materialidad… Pero ese amor, ese cariño, es más fuerte, más firme que nunca… No; no es cierto lo que canta Joaquín Sabina: “El agua apaga el fuego, y al ardor los años”… O lo que cantara, en su momento, Rocío Jurado: “Se nos rompió el amor de tanto usarlo”… Porque nuestro ardor, nuestro amor, el tiempo, antes que apagarlo, lo encendió cuantos más años y años fueron pasando… Ni el “uso del amor”, mientras fue posible, lo ...
    ... rompió, sino que cuanto más lo “usábamos”, que nunca fuimos “tibios” en tal aspecto, tanto más fuerte se hacía… Y ya, sólo una cosa me falta por hacer: Pediros perdón, si este Inciso os resultó largo y aburrido
    
    Horas más tarde él se tuvo que marchar. Sonsoles lo acompañó hasta la puerta y se despidieron.
    
    —Hasta mañana, mi amor.
    
    —Hasta mañana, mi vida.
    
    El lunes amaneció un día precioso. Sonsoles se levantó contenta, feliz, llena de ilusiones. Desayunó, recogió el desaguisado que su madre había dejado en el salón y se fue a comprar. Primero, al súper, por pan y patatas. Después a la carnicería por unos filetes.
    
    —Ponme cuatro filetes de esos. Y gorditos, nada de finuras.
    
    —Claro, guapa…
    
    Dijo el carnicero, comenzando a excitarse. Se acercó a Susana y le susurró al oído.
    
    —Espera que despacho a doña Amparo y vamos detrás. Hoy tengo ganas de follarte como a una perrita.
    
    Susana le miró. Se metió la mano en el bolsillo y sacó un billete.
    
    —Pues va a ser que no. Hoy pago con dinero.
    
    A regañadientes, el carnicero le cobró y le devolvió el cambio. Y Sonsoles salió exultante del local.
    
    La noticia corrió como la pólvora: Luis y la “zorra del barrio” salían juntos. Al principio hubieron miraditas, murmullos, pero, poco a poco, se fueron olvidando de ellos. Sonsoles buscó trabajo en un barrio vecino… Y lo encontró: Cajera en un supermercado. No era gran cosa, pero se ganaba un sueldo decente… Y decentemente… Y, por supuesto, cada día más enamorada de Luis, el ...