El síndrome del oso panda (y 10)
Fecha: 05/01/2020,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster
... marido.—¡Eh, cielo! —dijo Jorge detrás de mí, mientras acoplaba su cuerpo desnudo al mío—. Estamos impacientes.Me enlazó por la cintura, conduciéndome hacia el tejadillo anexo a la cocina.Alguien (seguramente Jorge) había colocado una colchoneta y un almohadón sobre la mesa. Javi y Carmelo habían retirado las sillas, y se masturbaban despacio.Me mojé toda.—Ven, sube a la mesa —Jorge tiró de mi mano hacia arriba.Utilizando el banco corrido como escalón, obedecí su indicación. A pesar del calor, temblaba como azogada. Me quedé en pie, consciente de las miradas de los tres hombres, prendidas en mi sexo. Seis manos me obligaron a girar en redondo varias veces, de modo que todos ellos pudieran contemplar la totalidad de mi cuerpo.—Túmbate, cariño —me pidió Javi suavemente.Hice lo que me decía. Ninguno de ellos me tocó durante unos segundos. Se limitaban a mirarme con ojos como brasas.Y la Vero que había sido antes de la sesión fotográfica de Germán, me decía que aquello no estaba bien; pero la Vero que era ahora se estremecía de deseo, abierta de piernas sobre la mesa, ofrecida a la lujuria que percibía en los tres pares de ojos que me contemplaban, y enervada por el hecho de estar mostrando hasta lo más recóndito de mi cuerpo a los tres hombres. Esta Vero en la que me había convertido, no sentía el más leve rastro de pudor ante el escrutinio de que era objeto; antes al contrario, porque uno de mis descubrimientos del día anterior era que me gustaba mostrarme desnuda, y ...
... percibir el brillo en los ojos masculinos que me devoraban con la mirada.En mis sueños húmedos, un hombre me follaba mientras otros se masturbaban a unos pasos de distancia, esperando su turno.Nada que ver.Cuando al fin salieron de su inmovilidad, Javi se sentó en una silla con la cabeza entre mis piernas, y sentí su boca sobre mi sexo. Carmelo, más práctico, se ubicó a mi derecha y me ofreció el pene erecto, mientras su mano masajeaba uno de mis pezones, inflamados hasta casi el dolor. De manera que, con la cabeza vuelta no le veía, pero los dedos que amasaban mi seno izquierdo debían ser los de Jorge.Tomé con una mano el falo que se me ofrecía, y le contemplé: circuncidado, con el glande oscuro totalmente al descubierto, largo, pero menos grueso que el de mi Dany (¿qué estaría haciendo mi marido mientras?) y con una ligera curvatura hacia arriba, con las venas inflamadas por el flujo de sangre que mantenía su erección. Me le metí en la boca sin dudarlo.El “trabajo” de Javi en mi sexo comenzaba a dar sus frutos: sentía una lengua experta estimulando mi clítoris, y sabía —Dany me tomó una fotografía con su móvil después de un polvo salvaje— que estaría casi un centímetro fuera de su capuchón. Y sentí los primeros estremecimientos de placer. Sabía que no tardaría en correrme.Busqué a tientas el pene de Jorge. Mi mano se cerró en torno a sus testículos turgentes, y la deslicé hacia arriba hasta alojar su erección en ella.Había soñado con algo así, pero, aunque esos sueños me habían ...