El síndrome del oso panda (y 10)
Fecha: 05/01/2020,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster
... ligeramente para permitirle que se ubicara delante de mí. Aferré su pene sin pensarlo, y me lo introduje en la boca. Un poco más allá, a mi derecha, Javi se masturbaba despacito.Carmelo seguía embistiéndome desde atrás, aunque había disminuido el ritmo. Estaba de nuevo cercana a un nuevo orgasmo, pero aun sin sus convulsiones, experimentaba un gozo sin límites, una exaltación totalmente fuera de mi experiencia.Su pene abandonó mi vagina, pero solo para ser sustituido por otro. Javi. Carmelo se colocó a mi derecha, con su miembro curvo al alcance de mi mano. Le tomé y comencé a subir y bajar la mano sobre él.Javi extrajo su pene de mi interior, y frotó el glande sobre mi vulva, arriba y abajo, arriba y abajo… Luego me penetró nuevamente.Jorge, con la cabeza echada hacia atrás, presentaba en su rostro un rictus de indudable placer.«Es el único que no lleva preservativo —pensé—. ¿Irá a eyacular dentro de mi boca?».No me agradaba especialmente; a Dany se le había “escapado” alguna vez, aunque normalmente yo preveía el momento en que estaba a punto de hacerlo, y me retiraba. Pero no era cosa de hacerme la escrupulosa.Y Javi continuaba con sus lentas penetraciones. No le veía, pero debía estar moviendo las caderas en círculo, porque su pene estimulaba distintas partes de mi vagina en cada penetración.Jorge estaba a punto, lo noté. Pero no me dio opción a retirar mi boca, fue él quien me hurtó su pene, y se bajó de la mesa.Javi se apartó, dejándome vacía… pero por poco tiempo. ...
... Sin dejar de masturbar a Carmelo, vi que él también se estaba colocando un preservativo.Sentí una sensación de frescor en el ano, y volví la cabeza, sin abandonar mi posición: Jorge.—Oye, ¿qué vas a hacer? —pregunté con voz entrecortada.—Relájate y disfruta —respondió con una sonrisa de sátiro.Inmediatamente, noté algo duro apoyado sobre mi “puerta trasera”. Más duro que un miembro masculino.—Jorge, no… Yo nunca… Por ahí no —protesté.—Ssshhh, no te va a doler nada. Y vas a descubrir sensaciones nuevas —me mostró un dildo delgado, de aspecto metálico, embadurnado de lo que quiera que me hubiera untado en el ano.Temblando, decidí permitírselo.Le apoyó de nuevo en la entrada, pero esta vez presionó suavemente, introduciéndole apenas. Noté cómo me distendía el esfínter, pero no progresó.Sin retirarle, arrimó su erección a la entrada de mi vagina, y me penetró despacio, pero decididamente. Y al mismo tiempo, el consolador se introdujo por el otro orificio. No sabía si completamente, pero al menos una buena porción.Experimenté un subidón. La sensación en el recto no era propiamente dolorosa, solo sentía la desacostumbrada dilatación en mi interior. Y su miembro comenzó un vaivén enloquecedor, entrando y saliendo de mi lubricado conducto.Carmelo se acuclilló a mi lado, dejando su erección a pocos centímetros de mi boca. Como ida, la aferré, y avancé la cabeza, cerrando los labios sobre ella.Una mano cogió la mía libre, conduciéndola hasta dejarla apoyada en la dureza del otro ...