¿Quieres jugar?
Fecha: 08/01/2020,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Con cierta frecuencia visitaba la casa de mi hermano, a unas 4 horas de la mía, me gustaba ir a la playa, la piscina y a un bar bastante animado que quedaba en el complejo habitacional donde vivía él con su esposa y sus hijos.
Desde hacía un par de años mi cuñada tenía una amistad entrañable con varias de sus vecinas, cuyos esposos laboraban en la misma empresa de mi hermano. Había una de ellas en particular, Johanna, que era tremenda “loca” y le ponía el cuerno desde siempre a su esposo Carlos, este era un tipo maduro, con unos veinte años mayor que ella, bastante atractivo. Johanna por su parte tenía un cuerpo “gimnasio” que era la envidia de todas y el deseo de todos, ella era realmente bella.
Carlos era el típico marido “bonachón” que estaba enamorado de su esposa joven y bella y no se daba el lujo de celarla o dudar de ella en lo absoluto, probablemente incluso consideraba que por poseerla debía pagar “derecho de piso”, simplemente no cuestionando nada.
En mis primeros contactos con ellos, en principio, había hecho amistad con Johanna, pero con el tiempo logré una bonita amistad con Carlos, a quien definitivamente consideraba un buen hombre, además de agradable y atractivo, he de decir que desde siempre me han llamado la atención los hombres maduros.
El primer tema de conversación nada más llegar a casa de mi hermano con mi cuñada era el “amante de turno de Johanna”, ella siempre tenía uno, o quizá dos, o quizá más. Desde hacía algún tiempo ella se acostaba ...
... con un compañero de trabajo y vecino de Carlos y mi hermano, ocho años menor que ella, o sea casi un chiquillo, él vivía a solo unas casas de la suya dentro del complejo. Yo había conocido al amante de Johanna y efectivamente era una delicia de chico, pero carecía de personalidad y a mí me parecía más “chico portada de revista” que un hombre deseable.
Por la noche ya en el bar, Carlos y Johanna como era costumbre se sentaron con nosotros, ella como era habitual empezó a buscar pretextos para salir, evidentemente a comunicarse con su amante.
Cuando íbamos por unas copas, usualmente mi hermano y su esposa se iban temprano a su casa, por los niños, yo generalmente me quedaba con Carlos y Johanna. Esa noche Johanna aduciendo que necesitaba ir a su casa por “algo olvidado” se marchó, eso lo hacía siempre, tardando mucho tiempo, tiempo de más que Carlos nunca cuestionaba.
Y ahí estaba yo con el buen Carlos… el más feliz de los cornudos, siendo un tipo tan agradable y atractivo no entendía cómo aceptaba paciente la situación con su esposa.
-Oye Carlos, vos estás muy enamorado, ¿cierto?
-Sí, mucho la verdad
-¿Por qué?
En ese momento debí callar, no meterme en lo que no me importaba, pero no lo hice.
-Bueno, tengo a una mujer sumamente bella, atractiva
-¿Y qué más?
-No entiendo dónde quieres llegar
-Sexualmente, ¿sos feliz?
No esperaba que a un hombre tan maduro se le subieran los colores ante esa pregunta.
-Sí, claro que si
-¿Qué tan seguido ...