1. La cena


    Fecha: 22/01/2020, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... contra él en busca de placer y gemí en su boca cuando comenzó a avanzar conmigo a cuestas. Con el pie cerró la puerta de la entrada y luego giró y me estampó contra ella. Sus labios recorrieron un camino húmedo hasta mi cuello y perdí totalmente el control. Mis manos tirando de su cabello, mi pelvis moviéndose frenéticamente contra su dureza, mi camisa fue desabrochada y mi sostén que además tenía el broche delantero nos facilitó las cosas. Pronto lo tuve lamiendo mis pezones mientras no podía evitar gemir como loca. Me dejó sobre mis pies un momento y si no hubiera estado recostada por la puerta me caía. Lo vi descender y sentí sus manos arrastrando la tela de mi falda y de mi tanga hasta quitármela por los tobillos. Me miró y contuve la respiración, sus ojos estaban negros del deseo. Lancé un chillido cuando tomó una de mis piernas y la pasó por encima de su hombro antes de que su boca se comiera mi vagina ferozmente. Su mirada no abandonó la mía y mi boca no se pudo cerrar de la placentera agonía que estaba sufriendo. Se separó de mí y quise llorar, necesitaba que siguiera, pero él soltó mi pierna y se levantó de un ...
    ... sopetón, se bajó el pantalón y los boxers y con prisa se colocó un condón. Entonces me alzó sin previo aviso y comenzó a hundirse en mi interior. Mis ojos se fueron para atrás y me quedé sin aliento, era un pene muy grande y si me estaba doliendo no podía notarlo. Solo podía prestarle atención a cómo me llenaba tan sublime-mente. Se quedó quieto un momento y cuando comencé a desesperarme y a moverme ligeramente lanzando un sonido gaturral, él decidió comenzar a bombear lentamente y se sintió como la gloria.
    
    Gemí. Mi coño se apretaba tan bien contra su pene. Dios mío. Escuchaba el sonido de la puerta siendo golpeada una y otra vez. Probablemente tendría moratones al día siguiente pero no me importaba nada. Su ritmo lento pronto se acabó y comenzó el desenfreno. Mis gemidos eran cortados por la fuerza de sus embestidas y cuando llegué al límite explote en una nube de clímax. Su ritmo no aminoro ni un poco y tal como llegó el primer orgasmo se formó un segundo y al llegar de nuevo junto a él nuestras respiraciones estaban demasiado agitadas. Mi cuerpo sudado estaba ardiendo.
    
    —Rica cena —murmuró a mi oído y no pude evitar reír. 
«12»