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Los casos de Berenice Vineyards (vol. 2)
Fecha: 24/01/2020, Categorías: Incesto Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... mes en los suburbios de Manhattan. Todos similares. Tres chicas violadas por cinco enmascarados y ningún testigo (haciendo salvedad de las víctimas). Vineyards, junto con Scott Valley y algunos otros agentes de la Policía Erótica, llegaron al hospital St. Vincent´s, de New York, donde quedó internada la chica, para interrogarla. No fue fácil: estaba en estado de shock, y no fue mucho lo que pudo aportar a los agentes. Berenice utilizó todo su conocimiento y experiencia para consolarla. Aunque las jóvenes atacadas no se conocían entre sí, había una evidente relación entre ellas: las tres concurrían al mismo gimnasio. Casualmente –o no– la última víctima había sido atacada cuando regresaba a su casa luego de ejercitarse en el mentado gym. Quizá los violadores acechaban en sus puertas, o eran clientes. Fue entonces cuando Vineyards decidió actuar en forma encubierta. Además de ordenar un importante operativo de vigilancia en los alrededores del gimnasio, la rubia comenzó a asistir al mismo como cliente junto con Scott Valley. Berenice sabía que la investigación no sería fácil: para pasar como cliente debería hacer ejercicio, cosa que detestaba tanto como que le tocaran el culo. Muy a su propio pesar, comenzó a asistir a clases de gimnasia aeróbica y Pilates. Mientras Valley entrenaba con aparatos, podría observar a su jefa paseándose por el gimnasio con apretadas calzas que le hacían tremendo orto y le marcaban la tanga en forma obscena. Ese era el plan según ...
... el cual la agente oficiaba de carnada buscando ser tentación para el grupo de violadores. Si es que los repugnantes delincuentes se encontraban entre los clientes del gimnasio, seguro les sería imposible resistirse al bamboleo de esas dos pelotas que Vineyards tenía por culo. Sin embargo, pasó toda una semana sin que los investigadores obtuvieran alguna pista. Parecía que para lo único que había servido la carnada era para que Valley aumentara la frecuencia con que se masturbaba pensando en su compañera –frecuencia que antes de esto ya era de varias veces al día–. Pronto comenzaron las dudas. Quizá estaban siguiendo una teoría equivocada. Quizá todo era un desperdicio de tiempo y hombres. Así fue que establecieron un plazo de dos días, tras los cuales se cancelaría el operativo en caso de que no hubiera avances en la investigación. Esa misma noche los agentes decidieron quedarse hasta casi la hora de cierre del local como parte de una estrategia que consistía en cubrir todos los turnos. Ya casi no había gente. Los pocos que quedaban se aprontaban para irse, incluyendo a los agentes. Fue ahí cuando Valley entró al vestuario y presenció una escena furtiva: pudo ver a cuatro hombres espiando tras una especie de rejilla que había en la pared –que normalmente quedaba oculta tras los casilleros– y que daba directo al vestuario femenino. Reconoció al profesor de Karate, al de aeróbica y a otros dos fortachones a los que había visto regularmente haciendo pesas. Ellos no ...