1. UNA YEGUA PARA MI SEMENTAL


    Fecha: 24/01/2020, Categorías: Gays Autor: MonsterGuy, Fuente: SexoSinTabues

    ... cuerpo lo calentó y comenzó a quemarme la piel. Después de colocarme sobre el cofre de la camioneta, Miguel también se subió a éste y se acostó de tal modo que sus pantorrillas quedaban colgando, se llevó ambas manos detrás de la cabeza, exhibiendo sus axilas con vello negro y, mientras yo lo miraba, me dijo: —Quiero que esto sea mutuo. Entendí el significado de sus palabras tan pronto como las pronuncio, así que gateé sobre la camioneta para acercarme a él, me di la vuelta de modo que su pene quedara en mi cara y mi culo en la suya, y levanté una de mis piernas para pasarla sobre su pecho, la apoyé del otro lado y, de este modo, mi pene erecto quedó atrapado entre mi abdomen y el pecho de Miguel, permitiéndole un acceso a su boca más que sencillo a mi pequeño orificio mientras yo podía disfrutar de una comida de verga exquisita. —Eso es —aprobó Miguel, y después me dio nalgadas con ambas manos, para apretarlas entre sus dedos. Una vez en esta posición de sexo oral mutuo y ante la maravillosa vista de la verga de mi macho bañada en sus propios jugos, la cual sobresalía de entre sus chaparreras negras, no pude resistir no llevármela a la boca para degustar su exquisito sabor. En el instante mismo en el que su trozo de carne se deslizó entre mi garganta y, en virtud de su anatómicamente perfecta curvatura, tocó fondo, Miguel separó mis nalgas y metió su boca entre ellas para deleitarse con mi ano palpitante. De este modo dimos inicio a un acto de complacencia mutua en el que ...
    ... la verga hinchada de Miguel entraba y salía de mi garganta a velocidades excesivas, y mi culo se dilataba con cada lamida. Mi columna vertebral se curvaba y mi culo se exponía cada vez más con las caricias de Miguel, quien ya había logrado meter la punta de su lengua en mi ano gracias a su estimulación, mientras yo me tragaba su verga como si mi vida dependiera de ello. Cuando su miembro se me clavaba en lo más hondo de mi garganta, aprovechaba esos escasos segundos en los que sus gordos testículos se acercaban a mi nariz y olía su deliciosa esencia a sudor, a lo que debía oler un verdadero hombre. Lo mismo puedo decir del vello negro de su pubis, pues me tomaba la libertad de disfrutar sus lamidas en mi ano para agarrarme de sus caderas y deslizar mi cuerpo hacia adelante, de tal forma que mi mejilla se recueste en una de sus entradas, y mi nariz pueda olerlo. Pero mi descanso duraba poco, pues en cuanto Miguel detectaba la falta de estimulación oral en su miembro, me daba una nalgada y me incitaba a no parar. Entonces me metía su verga en la boca otra vez y me la clavaba por completo, cerrando sus piernas gruesas en torno a mi cabeza, aprisionándome y, justo en el momento en el que comenzaba a notar que mi garganta estaba obstruida con su falo y se me cortaba la respiración, dejaba de apretar mi cabeza con sus piernas y comenzaba a embestirme la boca nuevamente, apenas dándome la oportunidad de respirar. Aquel momento era perfecto: estaba complaciendo a un semental ejemplar ...
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