Mamitas necesitadas
Fecha: 16/02/2020,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... en las palabras.
Lucas comenzó a moverse de nuevo y a pegarme en la cola. Luisina se levantó con un brillo extraño en la mirada. Se quedó en tetas y me hizo acariciárselas, mientras el ritmo de nuestra cogida tomaba forma nuevamente.
¡Quiero que me dé pija a mí también Patito!, dijo como en un susurro, y fue hasta la cara de Lucas.
Pronto todo lo que oía eran unos chupones junto al temblequeo de la cama por nuestros movimientos y los gemidos de Luisi que decía:
¡chupamelas guacho, dale que tengo lechita papi, comeme las tetas!
Eso me hizo salir del cuerpo sudado de Lucas y arrodillarme en el suelo para petearlo con todas mis ansias. Desde esa posición podía ver cómo la boca de Lucas rodeaba los pezones de mi hermana y los sorbía con delicadeza, y cómo ella se metía una mano por abajo de la faldita. Veía cómo ella se estrujaba los pechos para que le cayera leche en la boca a Lucas, y entonces tomé una decisión. Levanté a Luisina de los brazos, cosa que no es difícil porque la flaca es una plumita de tan liviana, le subí la pollera y la senté en la cara de Luquitas.
La nena gimió con el solo contacto de la lengua de Lucas en su sexo. Se soltó el pelo, se quitó las zapatillas, y en cuanto dejó su bombacha blanca en sus rodillas, oí el estrepitoso lengüeteo del pibe, ávido por quedarse con cada porción de su intimidad.
Cuando los gemidos de Luisina endulzaban el aire, su vagina se colmaba de jugos y mi fuego no se sostenía en mi interior, me subí nuevamente ...
... sobre el pubis de Lucas para encallar su pija en mi concha. Yo me movía como si nunca antes me hubiesen cogido así, mientras me aferraba a los hombros de mi hermana. De repente Lucas empieza a anunciarnos con sus gemidos ahogados por la fragancia y los líquidos de la conchita de Luisina, que su leche está al borde de polinizar a mi orgasmo más próximo. Siento que en dos empujadas letales mis paredes se impregnan de su semen, y es cuando de golpe caigo en la realidad.
Por alguna razón mis ojos se fijaron en el reloj de pared de doña Lita. Eran las cinco de la tarde. Pensé en la fiesta mientras me ponía el calzón, que en cuestión de segundos se empapaba con las gotas de leche que me habían llenado entera. Pero Luisina le chupaba la pija a Lucas, y yo debía pegarle unos chirlitos en la cola, aprovechando que estaba agachadita.
El guacho olía la bombacha de mi hermana mientras su verga volvía a recobrar aquel estado de apareamiento. Me quedé a ver cómo ella se acostaba a su lado con las piernas abiertas, y en medio de un juego de manos le decía:
¡cogeme Luquitas, dame pija que yo te doy más lechita de mis tetas!
Lucas se le trepó sin pensarlo. Amagó con metérsela toda, pero solo se la dejaba en la entrada de la concha para rozarle el clítoris con los dedos, y luego le dio duro, rapidito y con movimientos cortitos.
Luisina acabó varias veces en esa cogidita. Además se la re tranzaba y cumplía con lo que le pedía mi hermana casi con lágrimas en los ojos.
¡meteme un ...