1. Confesión de un infiel


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Gays Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... reposo y no mantener relaciones. No podía poner en duda el diagnóstico y consejo del médico, por lo que tuve que aguantarme.
    
    Para la limpieza y comidas, contratamos los servicios de la mujer del portero, una cuarentona, más bien bajita, entrada en carnes, con vientre prominente, tetas que no se le marcaban y culo plano pero grande. Es decir, una mujer redonda por todas las partes y no muy agraciada, en parte porque se cuidaba poco.
    
    Yo preparaba el desayuno. La mujer, subía todos los días para hacer la limpieza de la casa y preparar la comida, volvía por la noche a preparar la cena y se iba a su casa. Siempre se llevaba la comida y la cena para los suyos.
    
    Los días pasaron, igual las semanas y los dos primeros meses. Yo no quería irme de putas porque no me fiaba de pillar algún bicho o enfermedad, además de que podía ser reconocido por alguien, pero las ganas eran muchas y las pajas ya no me solucionaban esa ansiedad.
    
    Los días seguían pasando y mis ganas aumentando, lo que se reflejaba en las discusiones casi continuas. A los tres meses largos, cedió por fin y follamos una mañana, aprovechando que la mujer había salido a comprar.
    
    Correspondió de mala gana a mis besos y no me dejó acariciar y lamer sus pechos, argumentando que le dolían y pasé de excitaciones para follarla directamente. A pesar de todo, era tal la calentura que llevaba que me corrí nada más meterla. Por suerte, eran tantas las ganas, que solamente bajó un poco la erección y pude seguir sin ...
    ... parar, estando nuevamente en forma a los pocos minutos.
    
    Entonces la follé con ganas. Yo no gemía: Barritaba como un elefante, mientras mi mujer emitía pequeños grititos.
    
    -Ah, ah, ah, ha,…
    
    -OOOOHHHH SIIIII. QUÉ GANAS TENÍA DE FOLLARTE. OOOOHHHH
    
    Mi polla entraba y salía de su coño con suavidad por mi corrida anterior y su creciente excitación. El plas, plas de nuestros cuerpos chocando sonaba de fondo como acompañamiento a nuestros gemidos.
    
    -QUÉ GUSTO. QUÉ PLACER ME DAS, CARIÑO. –Le decía, aunque era consciente de que ella no hacía nada.
    
    -Ah, ah, ha… -Era su respuesta.
    
    Sentí los dos orgasmos de ella por el cambio de respiración y gemidos, pero tengo que reconocer que me daba igual. Solamente quería seguir metiéndola en ese coño estrecho y caliente. Sentir la presión en el tronco y el roce del glande en su recorrido por el interior.
    
    Llegaba a sacarla completamente recorriendo su raja para rozar bien su clítoris a la salida y nuevamente a la bajada, hasta meterla lo más profundamente que me aconsejaba mi conciencia para no causar daños.
    
    Tras su segundo orgasmo ya no pude aguantar más y poco después me volví a correr en su interior. Luego me acosté a su lado para darle unos besos cariñosos y acariciarla. Ella se echó a llorar porque había sentido placer dos veces y eso era pecado. Ahora ya estaba embarazada. Tenía que ir corriendo a pedir la absolución de su confesor.
    
    Me insultaba diciendo que era un sátiro y que solamente pensaba en el placer y hacerla ...
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