1. La pareja dispareja


    Fecha: 16/03/2020, Categorías: Intercambios Autor: oscareduardo, Fuente: SexoSinTabues

    Cuando Olga llegó al promocionado vecindario a trabajar sintió que el tiempo retrocedía por lo menos un siglo, las viejas casonas del barrio parecían sacadas de épocas pretéritas, para colmo de males la que por suerte le había tocado a ella parecía llevarse el premio a las más vieja y enigmática casa de todos los alrededores. Era una casa muy grande , con un amplio solar, una verja grande la resguardaba de visitantes indeseados y varios mastines la cuidaban de día y de noche. Sin embargo no había sino tres personas en esa casona, un hombre corpulento de complexión robusta, alto y fornido, cara seria y adusta, con cara de pocos amigos; una señora que podía estar sobre los sesenta años y que en contraste con su marido era bajita y delgada, de andar rápido y caminar menudo y un señor de edad alto y delgado que tenía todas las características propias de un mayordomo de tiras cómicas. Su vida aparentemente era muy rutinaria, la pareja salía todos los días entre nueve y diez de la mañana, regresaban hacia el mediodía , salían nuevamente por la tarde y regresaban al atardecer. El mayordomo sólo salía con ellos el domingo para asistir a la iglesia. Como siempre Olga había estado pendiente del comportamiento sexual de los patronos, en este caso, observando la gente que habitaba en esta casa se preguntaba cómo diablos podía aguantar esa menuda mujer a ese hombre tan grande…no podía imaginar ese grandulón metiendo su verga en esa menuda anciana. O sería que ya no le jalaban al sexo. ...
    ... ? Después de estar trabajando varias semanas se dio cuenta que los viernes por la noche el singular trío se dirigía a los aposentos de arriba, parecían cumplir un extraño ritual. Al próximo viernes decidió salir de dudas y furtivamente se coló en la habitación de los patrones, era un caluroso atardecer y contó con una ayuda no esperada… la rutina del mayordomo … siempre alimentaba los perros a la misma hora. Cronometró sus movimientos y encontró el intervalo justo para colarse en la habitación del patrón , se metió en un viejo closet atiborrado de ropa olorosa a naftalina. Quería ver qué pasaba, cómo pasaba , que hacían y que no hacían. Eran locuras de una muchacha que vivía ansiosa de conocer las costumbres sexuales de la gente. Olga tuvo la suerte de encontrar una rendija grande frente a la sala de la casa, la amplitud de la rendija le proporcionaba un ángulo visual envidiable. Serían las siete de la noche cuando la pareja subió, la señora venía de primero y en sus manos traía dos copas y una botella de vino. Luego seguía el mastodonte de su esposo, con otra botella de vino y una hielera , finalmente el mayordomo con una gran lámpara alumbrándoles el camino. Se sentaron en la salita de estar junto a la entrada de la alcoba, aunque no podía verlos directamente un espejo que colgaba de la pared le reflejaba nítidamente lo que acontecía en ese pequeño espacio. Aunque no lo esperaba Olga observó que doña Inés que era la anciana de la casa era quien organizaba todo, primero ...
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