1. Una noche secreta con mi sobrina


    Fecha: 21/03/2020, Categorías: Incesto Autor: Publiero, Fuente: CuentoRelatos

    Hay casualidades que alegran la vida. La mía ocurrió cuando tenía 26 años. Estaba en la universidad y vivía en casa de mis padres. Mi hermano mayor llamó para decir que el vuelo de mi sobrina Julia de 18 años a otra ciudad lo habían cancelado, que la buscáramos al aeropuerto para que pasara la noche en nuestra casa. Minutos después de colgar el teléfono llegó otra noticia: un querido amigo de mis padres había fallecido y el velorio sería en un lugar relativamente distante. La idea de que mi primera noche a solas con una mujer sería con mi sobrina adolescente, no me pareció emocionante en ese momento.
    
    Mi papá la trajo del aeropuerto y con la misma salió con mi madre al velorio. No lo había notado pero ella seguía pareciendo una chiquilla. Su cuerpo no mostraba totalmente su edad. Baja estatura, senos pequeños, un poco más delgada de lo que mostraban sus fotos en Instagram. Cosas de familia, yo tampoco aparentaba mis años y solo era un poco más alto que ella.
    
    Tomé su equipaje y lo llevé a la habitación donde dormiría. La formación religiosa de mi familia me hacía un tanto retraído y tímido con las chicas, de hecho nunca había tenido novia. Al poner el equipaje en la cama un pensamiento saltó a mi mente: ¿qué olor tendrán sus panties? Ella estaba entretenida en la sala viendo tele, así que abrí discretamente el bolso y no me costó mucho encontrar varias de sus pantaletas. Las observé y olí. Tenía un poco de su perfume y por primera vez me acerqué al olor de una vagina. Me ...
    ... temblaban un poco las manos y no dejaba de voltear hacia la puerta. Las puse de nuevo en su sitio y salí a la sala a conversar.
    
    Cuando llegué estaba dormida en el sofá. Su presencia estaba desatando de su prisión a los años de deseos reprimidos y ganas de experimentar. Recorrí con mis ojos su busto pequeño (la blusa dejaba ver el comienzo de un seno), seguí y me detuve a contemplar su ombligo y me embobé con el sube y baja de su respiración. Mi mirada pasó rápidamente por sus piernas que estaban cubiertas con un jean holgado y culminé mi inspección en sus pies. Dos piezas pequeñas de pan más o menos pálidos de dos corticos y delgados. Pensé que eso era lo más inofensivo que podía tocarle y tan profundo vi su sueño que me lancé a la aventura.
    
    Acaricié lentamente su empeine y noté una suavidad que me excitó más. Olían a talco y no resistí pasar mi lengua por el dedo gordo. Ella dio un salto repentino. Asustada me preguntó que hacía y yo me paralicé. Tartamudeé un par de monosílabos y después le dije que nada que por favor me disculpara y que era una tontería.
    
    Se sentó y me dijo ¿me estabas besando los pies? Volvía tartamudear y opté por la verdad.
    
    —Sí, soy un loco, siento. Por favor no pienses mal de mí – dije pálido como la luna.
    
    —Pues sí pareces un loco. Me asustaste – dijo sin exaltarse.
    
    —Perdón
    
    —Estás perdonado, pero la próxima vez que me quieras tocar, que sea cuando yo esté despierta.
    
    Su respuesta me dejó un poco confundido. Pero no quise empeorar ...
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