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Tarjetas black (Parte 3)
Fecha: 28/03/2020, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Rober XL, Fuente: CuentoRelatos
... que iría. ―Entonces o no explicó usted suficientemente claro que no debían comentar nada a nadie, o no tomaron en serió su advertencia… ―Le recriminó Roberto a la colombiana. ― O alguien filtró este asunto hace meses desde Madrid, o lo comentaron a la hora del almuerzo, o como dijo el encargado de exportación “era algo que olía mal”… ―se defendió Yeimy. Un tenso silencio invadió el despacho. La contable y el delegado se estudiaron con la mirada. ― Bueno, más tarde le pediré que señale a tres de esos “enterados” para poder hacerles un par de preguntas. Por cierto, ¿le resultó de ayuda el documento que le entregué? ― Preguntó Roberto para enfriar un poco el ambiente ― Sólo en un par de casos, la verdad. Aunque si le soy sincera ese documento me resultó especialmente útil a mí misma, para sentirme respaldada y darme confianza para tratar con toda esa gente con tanta rosca. ― ¿Con “tanta rosca”? Imagino que se refiere a tener buenos contactos, ¿no? ― Sí, es verdaderamente lamentable la cantidad de sueldazos que esta empresa se podría ahorrar. ― Eso pasa siempre, alguien debe tomar las decisiones y supervisar cada departamento. ―explico Roberto. ― Con un sistema de incentivos por objetivos para la gente que trabaja de verdad sobrarían la mitad de esos consejeros, supervisores y chupamedias que no hacen nada de nada. ― ¿”chupamedias”? ―pregunto el Delegado realmente hechizado por la perspicacia de la guapísima secretaria de contabilidad. ― ...
... Empleados que sólo se dedican a alabar y agradar a sus superiores, sobre todo a quienes movieron los hilos para que ellos entrasen en la empresa. Aduladores y recaderos que objetivamente no aportan nada a la empresa. ― ¡Ja! ¡Ja! ¡”Chupamedias”! ¡Quieres decir un “pelota” o un “lameculos”! ―rio el delegado. ― “Lameculos” ―Contesto Yeimy sonriendo en correspondencia. Un nuevo silencio se abrió hueco en aquella conversación. Sin embargo, esta vez una mirada maliciosa apareció en el rostro del delegado. ― Sí, gracioso ¿verdad? ―comenzó el hombre a hablar al tiempo que se levantó― Pero sabes por qué, pues porque te imaginas a un hombre haciéndoselo a otro… ―aclaró caminando en dirección a la puerta ― ¡CLOK! Yeimy escuchó con total claridad el cerrojo de la puerta. ― Pero… y si te imaginas a un hombre comiéndole el culo a una mujer o a ti misma, ¿también te resulta gracioso? o te resulta… interesante ―pregunto Roberto. ― Esto… no sé ―Yeimy no sabía cómo salir de aquella emboscada. ― ¿Le han lamido a usted el culo alguna vez, Yeimy? ― Creía que hablábamos en sentido figurado ―se excusó, fue la mejor evasiva que se le ocurrió. ― ¿En sentido “figurado”?... ―le recriminó Roberto― Parece mentira que sea usted la misma señora que tan “amablemente” me comió la polla cuando me ofrecí a acompañarla a casa. Silencio. Ese mismo silencio que lo invade todo cuando la presa descubre al depredador, que precede al atropellado precipitarse de los acontecimientos. ―No ...