1. Gordita pero sabrosa


    Fecha: 05/04/2020, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... lentas luego, a medida que su ano se hacía mas flexible, lo fui haciendo con mayor rapidez, simulando la penetración real del acto sexual y sentí que ella comenzaba a disfrutarlo.
    
    Era momento de que otro dedo hiciera su incursión. Saque el meñique, observe el descontento que causo en su cuerpo que se había acostumbrado a aquel intruso. Unte el índice con más crema y esparcí más en su pequeño agujero. Mi dedo repitió las mismas maniobras y todas fueron bien aceptadas por el cada vez más dilatado y flexible ano de Karen.
    
    Cuando saque el índice, fue ella quien siguió su recorrido hacia atrás, para no dejarlo ir. Contuve su trasero con mi mano, así ella entendió que era el turno de un dedo más grande: el dedo medio. Aguardó ansiosa su ingreso. Lo fui introduciendo lentamente y ella misma hizo el recorrido hacia atrás insertándoselo más profundamente.
    
    Ella gimió, era evidente que lo estaba disfrutando.
    
    Cuando mi dedo medio entraba y salía con facilidad, decidí introducir dos dedos a la vez. La vi impaciente aguardando lo que seguía. No escuche ninguna queja por mi labor. Ella gemía y respiraba profundamente, sin dar muestra de que le incomodaba esa situación.
    
    Introduje a la vez mi dedo índice y el anular. Ella enterró su cabeza en las sábanas. Estaba jadeante. Suspiraba y gemía sin parar. Sus manos estrujaban la ropa de cama. Se movía al ritmo de mis movimientos.
    
    Estaba enloqueciendo, veía su tremendo trasero ir y venir, su voz disfrutando de mis caricias, su ...
    ... cuerpo estremeciéndose.
    
    Movía mis dedos con lentitud, buscando excitarla más y más. Ella se mov{ia cada vez con mayor rapidez. Mi mano rebotaba contra sus nalgotas.
    
    - Ya no aguanto más, casi gritó ella, no puedo más, métemela.... vamos... métemela...
    
    Me quité la ropa casi arrancándomela. Subí a la cama y arrodillado me ubiqué detrás de ella. Sus enormes caderas y sus redondas nalgas me ofrecían un espectáculo inolvidable.
    
    - Que esperas? Casi gritaba ella... yaaa.... hazloo... por favooor... memetelaaa... me suplicaba.
    
    Saque mis dedos y fui introduciendo la cabeza de mi verga, que ingresó sin mayor dificultad. Empujé con un poco de brusquedad. No estaba de humor para contemplaciones.
    
    - Ay... ay, se quejó ella, despacio, despacito, por favor…
    
    Cuando mi pene estuvo metido hasta el fondo, ella volteó para verme. Tenía una expresión lujuriosa. Se notaba a leguas que lo estaba disfrutando.
    
    - Sí, dame, dame duro, rugió ella.
    
    Le hice caso y se la clavé con fuerza un par de veces, hasta que mis bolas se clavaron en sus nalgas. Karen se apretó contra la cama, sus manos estrujaron las sábanas. Ella soportaba muy bien todas mis arremetidas.
    
    Al cabo de unos segundos, ella empezó a empujar su culo hacia mí. Era fabuloso escuchar el plas plas de sus nalgas contra mi ingle. Ella gemía sin parar.
    
    - ¿Te gusta, perrita?, pregunté con voz pastosa por la excitación.
    
    - Sí, claro que sí, gimió ella.
    
    Mis manos habían atrapado sus caderas para jalarla con más ...