Profesor de colegio
Fecha: 04/05/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Como estaba de espaldas a mi, podía mirarla descaradamente. Estaba muy nervioso, sabía que debía acercarme a ella, pero no sabía cómo hacerlo, así que continué paseándome por el despacho mirando como aparecía y desaparecía su precioso culito.
-Tienes que hacerlo más rápido -le dije.
-Es que me canso -dijo sin parar de hacer el ejercicio.
-¿Cuál es el lema de este colegio?
-¿El lema?
-Sí, el lema, lo que está escrito encima de la puerta de la entrada.
-Obediencia, estudio, oración y esfuerzo.
-Eso es, esfuerzo, debes aprender a esforzarte. Venga hazlo más rápido.
La pobre empezó a acelerar el ritmo, supuse que estaba realmente cansada porque su respiración se hizo más profunda. Me excitaba oírla jadear.
-Muy bien, así es. Debes esforzarte. Recuerda: "Obediencia, estudio, oración y esfuerzo"
-Sí Don Miguel.
Estaba justo detrás de ella, con sólo alargar mi mano hubiese acariciado ese precioso culito. Estaba a punto de hacerlo, pero me dio miedo que la joven se asustase. Decidí tantear hasta que punto estaba dispuesta a no ser ...
... expulsada.
-Estoy pensando que no está bien que tus amigas sean expulsadas a casa una semana y tú no.
Ella paró de hacer el ejercicio, se volvió y me dijo con un hilo de voz:
-Pero Don Miguel, usted había dicho que yo...
-Ya sé lo que he dicho, continua con el ejercicio. ¿Ves? Nadie te ha dicho que pares y tu has parado. A eso me refiero cuando te digo que debes ser más obediente.
-Sí -dijo ella mientras se esforzaba por seguir con el ejercicio realmente rápido.
-A ver, repite el lema del colegio.
-Obediencia, estudio, oración y esfuerzo.
-"Obediencia", esa es la clave de todo. Para que no seas castigada debes demostrarme que realmente quieres ser más obediente.
Después de decir eso alargué la mano y deje que -al moverse- su culo me rozase la palme de la mano. Ella se movió como si un calambrazo recorriese su cuerpo, pero no dijo nada y continuó haciendo el ejercicio. Eso era lo que necesitaba para animarme. No moví mi mano y deje que su culito me rozase suavemente cada vez que sus dedos tocaban las puntas de sus pies.
-¿Realmente quieres ser más obediente?