Infiel, tres veces
Fecha: 08/05/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... casa sin mayores remordimientos.
Más tarde le mostraba el cuarto de huéspedes, donde dormiría. Él me dijo que tomaría un baño antes de dormir y me despidió con un beso en la boca, el cuál rechacé por el temor a ser sorprendidos por Ofelia, la sirvienta de toda la vida que había sido nana de mi marido. Me retiré a mi cuarto e igualmente decidí darme un baño. Esa noche fue de insomnio. Los remordimientos que se habían ausentado, ahora empezaron a aparecer. "¡Qué hice!" me recriminé por varias horas, hasta que quedé profundamente dormida.
A la mañana siguiente desperté con un sabor amargo en la boca. El temor a las consecuencias de mis indecencias se apoderó de mí. No sabía ni cómo vería a la cara a Juan Luis... ¡y a Ernesto! En eso Ofelia tocó a mi cuarto para llevarme el desayuno a la cama. Cuando le recordé que teníamos un invitado y que desayunaría en el comedor, me informó que Juan Luis había salido temprano a sus asuntos y que había dejado dicho que me llamaría más al rato. Ello me tranquilizó un poco. Por lo menos no tendría que verle inmediatamente.
Cerca de la hora de la comida recibí su llamada. Quería que nos viéramos en un restaurante de la zona "Rosa". Obviamente me negué y le pedí que me disculpara, porque estaba un poco desconcertada con lo que había ocurrido. Me comentó que no había problema y antes de transcurrida una hora estaba a la puerta de la casa. Ofelia le hizo pasar. Él me saludó como si nada y con un gesto gentil me pidió que le acompañara. ...
... Tomó dirección del cuarto de huéspedes. Yo no quise que cerrara la puerta para no inquietar a Ofelia.
Me pidió que me sentara junto a él en la cama y me ofreció un estuche. Al abrirlo descubrí una hermosa gargantilla de oro, con unas bellísimas incrustaciones de diamantes. "Es muy bonita, tu esposa se va a poner muy contenta" le comenté. "¿Por qué?, si es para ti", me contestó al tiempo que la tomaba en sus manos para colocarla en mi cuello. "Bien sabes que no puedo aceptar este regalo, Juan Luis, por muchas razones", le dije, pero sin dar respuesta a mi comentario, simplemente acercó sus labios a los míos y me tomó entre sus brazos con gran ternura. De nuevo me encontré entonces ante el reto de vencer a la tentación; de nuevo me vi derrotada por ella.
Sin dejar de besarme, me recostó suavemente en la cama y con sus manos comenzó a recorrer deliciosamente mi cuerpo. Yo sabía que no debía ocurrir aquello, pero una fuerza mayor a mi voluntad me obligaba a seguir disfrutando de aquellos momentos. Sólo atiné a pedirle que cerrara la puerta, a lo cual obedeció diligentemente. Poco a poco fue desprendiéndome de mi atuendo, una a una, cada prenda fue sucumbiendo ante su ansiedad, hasta que ambos quedamos completamente desnudos. Besó entonces cada centímetro de mi piel, mi boca, mis oídos, mi cuello, mis senos, mi vientre... Mis muslos... abrió entonces mis piernas con desmedido anhelo... recorrió la parte interna de mis muslos y finalmente lo tuve aquí... su lengua se movía con ...