1. Paola Cap I. Infiel por Venganza


    Fecha: 19/05/2020, Categorías: Infidelidad Autor: dantestr, Fuente: RelatosEróticos

    ... hasta la cadera, sacando su hermosa pierna por entre las telas, se daba vuelta, arqueaba la espalda y descubría su extraordinaria cola en pompas. “¡Fabuloso!”, pensaba mientras repetía la rutina. Estaba decidido: se llevaría el morado.
    
    Salió satisfecha del probador. El viejo la miró con más descaro mientras recibía los vestidos.
    
    ―Me llevaré el morado ―dijo Paola, y le alargó su tarjeta.
    
    ―¿No le interesa nada más? ―preguntó el hombre, en tono insinuante―. Tenemos lencería muy íntima y exclusiva ―y señaló unos colgadores con tangas y brassieres de encaje.
    
    Paola sintió que el viejo se tomaba demasiada confianza. Cómo podía ocurrírsele ofrecer ese tipo de prendas a una dama.
    
    ―No, gracias ―dijo con voz un poco cortante, sólo para darle a entender su molestia. Mal que mal, la desubicada en una tienda como esa era ella.
    
    ―Pero tenemos grandes ofertas…
    
    —Lo siento; tengo poco tiempo ―lo interrumpió.
    
    ―Entonces déjeme darle una tarjeta; si la trae la próxima vez le haremos un buen descuento.
    
    Paola no alcanzó a negarse, porque el viejo empezó a registrar los cajones del mostrador. Pareció frustrado al no encontrar lo que buscaba, le hizo un gesto a Paola para que lo esperase y traspuso la puerta que daba a la bodega. Paola lo vio avanzar por un pasillo que se bifurcaba un par de metros más allá, y seguir hacia el lado derecho. Entonces se le ocurrió que podía conducir a una habitación colindante con el probador que acababa de ocupar, y una oscura sospecha se ...
    ... instaló en su mente.
    
    Escuchó que el viejo abría cajones y revolvía cosas. Al fin no pudo con el presentimiento que la atormentaba, y volvió rápidamente al probador. Se asomó adentro sin descorrer la cortina, y su temor se vio confirmado. Vio al viejo rebuscando en unos cajones justo detrás del espejo, que ahora funcionaba para ella como una ventana.
    
    Al salir del probador ella había apagado la luz. Y el viejo, en su morboso entusiasmo, había encendido la del cuarto que estaba detrás, generando así el efecto contrario. Ahora era ella la que lo espiaba a él. La diferencia radicaba en que Paola no veía nada bueno al otro lado del vidrio, sino sólo a un viejo sinvergüenza que la había admirado furtivamente mientras se probaba los vestidos. “Menos mal que no me saqué el brassier”, pensó con rabia.
    
    Volvió furiosa al mostrador, pero se dijo que no sacaría nada con hacer un escándalo. Ahora comprendía por qué el viejo parecía tan agitado. Después del espectáculo que había presenciado debía agradecer que no le hubiera dado un infarto. También entendió por qué le había entregado tallas más pequeñas, y se indignó más al recordar lo estrecho que le quedaba el primer vestido rojo—. “¡Hasta me incliné para mostrarle la cola!” ―maldijo para sus adentros.
    
    Al fin el viejo volvió, con una expresión triunfal y una tarjeta en la mano.
    
    ―¡Sabía que estaban por ahí! ―exclamó mientras le entregaba la tarjeta―. Vuelva con ella y le haré un cincuenta por ciento de descuento en su próxima ...
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