-
Sugar Daddy (Parte 3)
Fecha: 23/05/2020, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... veces es un poco egocéntrico. Al principio no era así, pero Luis lo mal acostumbró. En el fondo sé que es un buen chico, pero se le fueron los humos a la cabeza. -Claro –asentí-. A veces, cuando la gente tiene mucho dinero de forma tan fácil, suele perder el norte. -Exacto –dijo mientras me abrazaba nuevamente-. Pero a Luis no le molesta… Creo… -¿Tú permitirías que… Luis… y yo…? –pregunté tímidamente. -Por supuesto que no –dijo rotundamente-. Es totalmente diferente. Entre Kevin y Luis había sólo un acuerdo monetario. Entre nosotros hay sentimientos. Jamás lo permitiría… ¿Por qué? -Eh…Por lo que tú decías sobre Kevin. Me quedó esa duda –disimulé. No le iba contar la propuesta de Luis. -Ah. Aunque bueno, últimamente está de moda los tríos y esas cosas más liberales –dijo-. Pero es complicado. De todas formas no me molestaría si lo hacemos juntos, un trío tú y yo y alguien más, porque nunca te dejaría participar sin mí mientras estemos juntos. Donde mis ojos te vean, jovencito. No confío en que alguien te pueda cuidar mejor que yo. Sonreí. Me acerqué a él y me acoplé a su cuerpo. Mi culo todavía ardía y aún podía sentir el vacío en mi interior. Luego, sin que me diera cuenta, me quedé profundamente dormido. Desperté cuando sentí que Gerard me besaba la frente. Abrí los ojos todavía medio dormido, y lo vi alejarse. -A las 8:30 llega Magdalena –me dijo antes de salir-. Ya hablé con ella, así que no te preocupes. Le dije que te tratara como un rey. Espero llegar al almuerzo. ...
... Antes de que me diera cuenta, ya me había vuelto a dormir. Volví a despertar cuando sentí movimientos a lo lejos. Abrí los ojos y descubrí una luz brillante que bañaba todo el cuarto. Eran las 9 de la mañana. Me vestí y salí de la habitación. Mi estómago crujía. Entré al baño y me lavé la cara. Necesitaba un cepillo de dientes. Esperaba que hubiese algún lugar cerca para comprar uno porque no podía estar sin lavarme los dientes. Caminé hasta el living y la vi en la cocina. Era una mujer de unos 40 años; pelo castaño y muy rizado, ligeramente regordeta, y de aspecto amable. Usaba un delantal celeste con blanco y llevaba su cabello amarrado colgando por su hombro. Estaba lavando las cosas que habíamos ensuciado la noche anterior. -Buenos días, joven –me dijo muy educadamente. -Buenos días, señorita –le respondí acercándome tímidamente. -Le apetece algo para desayunar, joven –preguntó. La notaba un poco tensa. -Eh… lo que sea, da lo mismo. Tengo mucha hambre –contesté sin saber que decir-. A propósito, soy Carlos. -Mucho gusto –respondió sin mirarme a los ojos-. Soy Magdalena. -Sí, Gerard me habló de usted-. -A mi igual de usted –sonrió de forma amigable. Sus ojos eran negros y grandes, cómo dos aceitunas. -No me trate de «usted», por favor. Dígame por mi nombre, no se preocupe –por alguna razón me incomodaba que ella me tratara con tanta etiqueta. -¿Seguro? –preguntó no muy convencida. -Claro ¿por qué no? Usted no trabaja para mí –sonreí. Me sonrió de vuelta. -Está bien –dudó, peor ...