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Patas arriba (XIX)
Fecha: 01/06/2020, Categorías: Gays Autor: Anderson, Fuente: CuentoRelatos
... notado que Aurora está nerviosa, parece como cuando tuvimos la primera bronca seria, ella está hecha un basilisco por todo, con mi familia no tanto, pero conmigo se comunica a base de gruñidos y eso sólo pasa cuando tiene algo que decir y no sabe cómo hacerlo, no creo que sea la gran cosa, pero esto me pone de los nervios, en fin, ella me pidió salir a comer fuera, supongo que quiere hablar sin la familia cerca, ya veremos qué sucede. Anderson descubrió un sitio donde los kebabs salen baratísimos, por lo que nos dirigimos allí y empezamos a comer, pero Aurora sigue igual de comunicativa que una estatua y cuando habla es tan sencillo entenderla como descifrar una profecía del Oráculo de Delfos, mientras comíamos ella miraba su kebab como si hubiese matado toda su familia y lo atacaba como si su vida dependiera de ello, debo admitir que su mirada me dio miedo porque ella estaba en esa fina línea donde el nerviosismo y la ira se funden, entonces pasó: - ¿Qué coño te pasa tía? ¿Te crees que soy gilipollas o qué? - Ester, mi vida -ella estaba tan sorprendida que por un segundo fue la de siempre, pero yo sabía que era momentáneo y estaba harta de eso-, ¿por qué reaccionas así? - ¿Cómo cojones pretendes que reaccione? Me has estado tratando como si yo fuera un problema en tu vida todo el fin de semana, primero pensé que era la sorpresa por lo de Cami, pero eso fue el jueves y ya estamos a domingo, aquí sucede algo que no quieres decir -la verdad, estaba totalmente fuera ...
... de control, su actitud me estaba poniendo de los nervios y ya no podía más. -De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera -me contestó ella con un verso de Sabina para ver si me lograba calmar, pero no sucedió. -Y sin embargo cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera -su respuesta habría sido perfecta de no ser por el verso siguiente, como le recordé con amargura, luego sin poder controlarme, empecé a reírme. Mi risa la desconcertó tanto como a mí misma, no reía con amargura, ni por ironía, ni me burlaba de ella: me reía de la desesperación de no entenderla, de no saber lo que le pasa, de no ser la novia que ella merece. Finalmente, Aurora consiguió calmarme haciéndome beber un par de vasos de agua que detuvieron inmediatamente mi risa y mi llanto... un momento, ¿estaba llorando? Yo ni enterada. Pese al frío que hacía, Aurora me obligó a volver andando a casa, caminar desde Embajadores a Atocha es un buen paseo, si fuera primavera y no tuviera nada más qué hacer que pensar en lo bello que es el mundo, pero en esta situación con un frío que literalmente cala hasta los huesos y mil preocupaciones en la cabeza, supongo que así sería hundirse en el río Cocito, pero yo tenía algo que me mantuvo con los pies en el suelo y eso era la mano de Aurora en la mía, curiosamente, ella me hizo perder los nervios, sí, pero ella era quien me tranquilizaba y quien me ayudaba a mantener la cordura. Hice mi ...