1. Choque Térmico (Frío)


    Fecha: 25/06/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... té.
    
    —Ande, tómese un tecito en lo que llega su taxi, le hará bien.
    
    —¿No tienes algo más fuertecito?
    
    —No, Señor; en esta casa no hay ni siquiera café, mucho menos alcohol.
    
    Fue como si se nos agotara el tema de conversación, el té servía como pretexto para tener la boca ocupada, sin pronunciar palabra. Su inquietud parecía ir en aumento. Jugueteaba con uno de los cojines y lo mantenía sobre su regazo. Mi mente cochambrosa empezó a hacer especulaciones: Probablemente su inquietud estaba relacionada con sus “miserias” y esa forma de jugar con el cojín que misteriosamente mantenía en ese lugar.
    
    Los minutos pasaban y del taxi ni señales. La verdad era que la incomodidad del Señor Pozos se me fue contagiando, no podía evitar esbozar una sonrisita maliciosa y voltear a verlo insistentemente ahí, donde sus miserias se ocultaban, claro que procuraba hacerlo cuando estaba distraído. Pero estaba claro que él lo notaba.
    
    —Como que ya se tardó, ¿no cree? —intenté romper el hielo.
    
    —Ya no creo que venga, ya fue mucho tiempo...
    
    —¿Por eso está tan inquieto?
    
    —No, no es por eso; es que...
    
    —Si necesita ir al baño, está al final de este pasillo.
    
    —Justamente eso es lo que me tiene tan inquieto... Con permiso.
    
    —Con confianza, Señor Pozos.
    
    No perdí detalle cuando se puso de pie, aunque lo hice disimuladamente, noté que algo fuera de lo normal ocurría con sus miserias. Por poco y olvida dejar el cojín en el sillón. Se encaminó hasta el final del pasillo y entró ...
    ... al baño. En cuanto lo hizo yo me apresuré y salí por la cocina hacia el patio trasero. Desde ahí se veía la luz que escapaba por la ventila del baño. Justo a un costado de ella vi que todavía estaba apostada la escalera que tan amablemente me había prestado el vecino que se acomidió a ayudarme a cambiar uno de los vidrios. Solamente había tomado las medidas del vidrio, pero no había vuelto en semanas. Pero la escalera estaba ahí todavía y decidí darle uso. Casi no podía contener la risa que me acometía con más fuerza a cada peldaño que subía. Me sentía como una chiquilla a punto de hacer una travesura. Cuando estuve a la altura deseada estiré el cuello, procurando mantener el equilibrio para que la escalera no fuera a hacer algún movimiento traicionero.
    
    La vista hacia el interior era privilegiada. El Señor Pozos sostenía sus miserias intentando sin mucho éxito vaciar el contenido de su vejiga. Parecía tener problemas, alcanzaba a ver que expulsaba un par de gotitas y a continuación un chorrito cortito y luego otra vez gotitas. Me vinieron a la mente los tan nombrados problemas con la próstata que tienen los hombres mayores. Luego de algunos minutos pareció que finalmente algo se acomodaba en su interior y finalmente lograba hilar un chorrito continuo de orina. El pobre sudaba con el esfuerzo. Me sentí un tanto culpable. ¿No sería acaso que lo que yo había interpretado como una puñeta, era en realidad parte del protocolo que el pobre ancianito seguía para simplemente poder ...
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