En casa de mis suegros - Relatos Eróticos

En casa de mis suegros

... doler ni me lastimaría.Muy despacio sentí que metía su glande en mi culo. El gel había cumplido bien su misión, realmente mi ano se encontraba bien dilatado y lubricado, así que la invasión de esa tremenda verga no fue para nada dolorosa. Cuando me la metió hasta el fondo, Ernesto me susurró al oído:"Viste putita, no era tan difícil poder romperte este orto tan divino... te gusta??""Te juro que lo tenía virgen, nunca había sentido nada igual... por favor no pares..."Me pareció que su pija se agrandaba más todavía mientras le pedía que me siguiera rompiendo el culo. Ernesto continuó dándome con todo, bombeándome frenéticamente, mientras yo aullaba en una mezcla de dolor y placer, sintiéndome casi al borde del desmayo. Me sentía además una verdadera puta en manos de mi suegro.En un momento no pude soportarlo más y le pedí que me la sacara, pero él se rió a carcajadas y continuó entrando y saliendo de mi cola con mucha más rapidez todavía, hasta que sentí otra vez una tremenda descarga de semen caliente inundando ...

... mis entrañas.Ernesto se apoyó contra mi espalda y me besó el cuello y las orejas, diciendo que era la mejor putita que se había cogido en toda su vida. Muy lentamente me sacó su todavía endurecida verga de mi dolorido culo. La dilatación que me había quedado era terrible, podía sentir su leche caliente saliendo y deslizándome por mis piernas. No podía creer la cogida que me había dado mi propio suegro, había sido tremenda…Como me había anticipado Ernesto, no hubo ni caricias ni gestos delicados, solamente fue sexo brutal y salvaje; una sodomía infernal.Entendí por qué mi suegra se mantenía tan joven, activa y sensual.Unos días después regresó Víctor, que nunca sospechó que le había metido los cuernos con su propio padre. Por supuesto, la experiencia me encantó y me dejó muy caliente y loca; así que durante mucho tiempo, aproveché las ausencias de mi marido, para que mi suegro disfrutara y me hiciera disfrutar una y otra vez sodomizándome sin piedad…Era imposible desperdiciar el semejante placer que me provocaba...