El hambre con las ganas de comer
Fecha: 04/07/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos
... claros, aquél vello suave y fino que hacía cosquillas entre sus dedos cuando lo acariciaba, y la joven dejó de apoyarse en la mano izquierda para acariciar con las dos, recorrer el pecho de Bruno, acariciar sus costados y finalmente abrazarlo por debajo de la ropa, mientras éste notaba que se derretía al contacto con las manos mágicas de Charito, y empezó a inclinarse decididamente, para dejarse caer sobre ella, pero antes metió también él las manos bajo la amplia blusa… qué piel tan suave… Charito, casi llorando, se quitó la blusa por la cabeza, dejando ver un sujetador blanco, con fresitas. Fue más de lo que Bruno pudo soportar, y se abrazó a ella, metiendo la cara entre sus pechos, haciéndola gritar de gozo.
-¡Aaaaaaah… eres… eres muy apasionado…! – soltó ella - ¡Tu barba… mmmmh…. Tu barbita hace cosquillas….!
-¿Puedo hacerte una pregunta…? – Bruno la tenía completamente en sus brazos, inclinados, casi a punto de tocar el suelo. La joven asintió – Esta mediodía, cuando… cuando me cambié en el cuarto de baño… ¿me estabas mirando? – Charito agachó la cabeza, y asintió con timidez. - ¿…Te gusté? – La joven maestra alzó la cara y sus ojos brillaron húmedos.
-¡SÍ! – admitió, abrazándole, y Bruno supo que ella se sentía culpable por ello, culpable e infiel, ¡pero para él, era lo más maravilloso del mundo, y la atenazó contra sí, tumbándola en el suelo! Dispuesto a hacerla suya… Sin dejar de besarla, se desabrochó el pantalón y lo bajó lo más que pudo hacerlo sin ...
... soltarla, luego pataleó hasta despojarse de ellos por completo, mientras acariciaba la suave espalda de Charito, peleando con el cierre del sostén… ¿aquello era un sujetador, o una coraza, cómo carajo se abría? Temió que ella se enfadase o riese de él por su torpeza, pero Charito estaba tan a gusto entre sus brazos, que no notaba sus denodados esfuerzos abrir la testaruda prenda, o si los notaba, no les concedía importancia. Las manos de Bruno hacían pasadas deliciosas por la raya de la columna, haciendo que ella se estremeciera a cada caricia… finalmente, viendo que no era capaz de abrir el sostén, bajó a las mallas, que, sujetas con elástico, fueron más fáciles de quitar de en medio.
Charito se sujetaba las bragas, temblorosa, llena a la vez de deseo y miedo… Bruno, apenas la liberó de las mallas, hubiera querido quitarle también las bragas, y mejor a bocado limpio que a tirones, pero viendo su temor, se contuvo, y la besó de nuevo, acariciándole los muslos, los brazos, intentando bajar el sostén, ya que no podía quitarlo… Charito sonrió y llevó la mano derecha a su propia espalda. Un “clic”, y el sujetador quedó flojo, suelto sobre sus hombros. Bruno quiso gritar de felicidad al ver aquellos dos hermosos pechos, aquéllas tentadoras bolas de carne, coronadas por sendos pezones de color rosado, casi rojos… los primeros reales que veía. Bueno, supuestamente había visto los de su madre también, pero esos no le interesaban… Sin contenerse, llevó las manos a ellos y los apretó sin ...