El hambre con las ganas de comer
Fecha: 04/07/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos
... cualquier vestigio de carácter en ella, se había desvanecido, y ahora su semblante era un prodigio de amabilidad y simpatía, dulce como una tarta de manzana.
No habían pasado ni dos minutos cuando salieron del colegio un montón de niños, cogidos en parejas de las manos, y alborotando como polluelos, guardados por dos maestras. Una de ellas era espigada, rubia y muy alta, y la otra era más bajita, con el cabello rojo oscuro, casi granate. La profesora rubia pasó llevando de la mano a uno de los niños, quien daba la mano a otro, y a otro… formando una cadena que cruzaba la calle. En penúltimo lugar, iba la profesora pelirroja, llevando de la mano derecha a un niño, y de la izquierda a otro, los dos exactamente iguales, salvo en el color de los grandes ojazos con los que miraban al mundo. Al pasar frente a él, el niño de los ojos verdes le sonrió, el de los ojos azules directamente le gritó:
-¡Hola, señor poli!
-Hola, Kostia – sonrió Bruno. Y entonces, la maestra pelirroja elevó la cabeza para mirarle, y Bruno creyó ver el mundo en violeta. Porque sólo era capaz de mirar los ojos violetas de ella. El tiempo se detuvo por un instante, y no existió nada más. – Buenos días, señorita Charito. – Logró decir, con una sonrisa dulce.
-Buenos días, agente Bruno. – contestó ella, con una vocecita tímida encantadora. Generalmente, esa era toda su conversación, pero aquél día, el contacto se prolongó, para gran alegría del Rubio. – Bueno, Román, Kostia, ¿no tenéis nada que ...
... decirle al policía…?
Román sonrió y se puso colorado, era un niño tan tímido… su hermano, en cambio, habló en voz alta, sin pizca de vergüenza:
-¡Queremos que venga a dar la clase de educacionial!
-¡Educación vial! – le corrigió entonces Román, poniéndose más rojo todavía. Bruno se rio con los niños y miró a la maestra Charito, ella se reía también, y en su risa sonaban campanitas… el Rubio pensó que su corazón latía tan fuerte, que ella debía estarlo oyendo sin esforzarse. Para disimular, se puso en cuclillas para mirar a los gemelos a la cara.
-¿Una clase de educación vial para vosotros…? Me siento honrado, iré con mucho gusto, ¿cuándo tendréis un hueco en vuestra agenda para recibirme….? – bromeó, y los dos se rieron con risa nerviosa, pero Kostia enseguida contestó:
-¡Mañana! ¡Yo quiero que venga mañana!
-¡Kostia…! Las cosas, no se piden así. – le dijo la maestra, y Bruno se enderezó.
-Déjele, señorita Charito, si a mí me encanta, puedo perfectamente mañana, ¿a qué hora quiere que esté?
-¿De veras no le importa…? Gracias, agente Bruno, pensé que no podría hacerlo usted, que mandarían a otra persona de comisaría, pero todos queríamos que diese la clase usted, los niños le adoran… Pues… si le viniese bien a eso de la diez…
-A las diez en punto estaré llamando a la puerta de su aula.
-¡Qué amable es usted! ¡Mil gracias! – A Bruno la sonrisa le llegaba a las orejas, ella le había dicho que era amable…. Hubiera podido seguir en ese instante durante ...