El Reencuentro
Fecha: 05/10/2017,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: rocinante, Fuente: RelatosEróticos
Había pasado tanto tiempo....ya no recordaban los detalles de aquella vez, de su último encuentro clandestino.
Ella había querido evitarlo por irresponsable, pero no pudo rechazar la propuesta cuando volvieron a coincidir cerca y él la citó en su casa.
Dadas las circunstancias era una locura verse, pero ambos lo deseaban como chiquillos apasionados.
Era verano y ella escogió un vestidito corto, escotado, con un bonito estampado de flores, que ocultaba un delicado conjunto de lencería, también con florecitas, que estrenaba para la ocasión.
Se había depilado a conciencia hasta en sus partes más íntimas, cosa que no hacía en años, porque pensó que la ocasión lo merecía. Quería causar una buena impresión, aunque suponía que no haría falta.
Se entretuvo más de la cuenta frente al espejo, dando sombra a los ojos, brillo a los labios, rizo a las pestañas y unos toques informales al peinado..... hasta que estuvo satisfecha y dispuesta.
Era un mediodía caluroso y ella se presentó tarde a su cita, presa de la excitación y los nervios.
Tocó el timbre.
Se abrió la puerta y permanecieron unos instantes mirándose a los ojos, casi serios al principio...hasta que fue dibujándose una sonrisa en sus rostros.
El la recibió descalzo, vestido con unas bermudas y una camiseta sin mangas.
-Entra.
Y cerró la puerta tras ella.
Se fundieron en un abrazo. Ella apoyó su cabeza en su hombro y respiró profundo queriendo identificar aquel olor lejano y familiar que ...
... tanto había echado de menos. Él la apretó suavemente contra su cuerpo y sintió sus tetas acoplándose a su torso mientras respiraba las fragancias femeninas que tanto le excitaban.
Él buscó con su boca la de ella, y se acoplaron en un beso interminable, que empezó con apenas un roce de labios y fue ganando intensidad hasta que sus lenguas se buscaron, se encontraron y se enredaron en un juego húmedo y frenético de jadeos, salivas y gemidos ahogados, imperceptibles, todo acompañado de los movimientos sinuosos de ella encajándose íntimamente contra su cuerpo, mientras él recorría con sus manos la espalda, la cintura, las caderas y acababan queriendo abarcar el culo al completo, en movimientos precipitados de amantes primerizos, de urgencias atrasadas, de deseo incontrolado.
Pronto ella sintió en su cuerpo la erección que crecía por instantes entre sus piernas, recordó cuanto le gustaba aquella verga con la que había pasado tan buenos momentos, y eso la excitó aún más de lo que ya estaba, y sintió el corazón acelerado, humedad en las bragas, ardor en la vagina y temblor en las piernas.
Él también ardía de deseo sin poder dejar de besarla, magrearla y restregar su polla dura contra aquel cuerpo que se ofrecía exultante. Sus manos ya habían subido el vestidito y acariciaba sus muslos y se colaban por debajo de las bragas agarrando sus nalgas, ahora con delicadeza, ahora apretándoselas con violencia apenas contenida.
No intercambiaron ni una palabra durante un buen rato, ...