Anita de tus deseos (capitulo 2)
Fecha: 21/07/2020,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
... rígido. Con una de sus grandes manos sujetó las mías a la espalda mientras la otra se alojaba en mi vagina, de tal manera que, aunque cerrara las piernas podía seguir estimulándome. Unos minutos después llegué a otro mientras la baba comenzaba a gotear de mi boca. Me soltó las manos y me abrazó mientras me besaba.
—Antes de empezar ¿Quieres un poco más de vino? —afirmé con la cabeza. Me sirvió un poco más y yo le señale la mordaza que seguía en su sitio—. A sí, perdona.
—¿Y ahora? —pregunte después de acabar con el vino.
—Ahora a la mesa, cómo ayer.
—¿Me vas a poner eso? —pregunte señalando la mordaza de bola.
—Me gustaría mucho que lo llevases, pero el otro. Es necesario que te acostumbre a tener algo llenándote la boca cuándo alcanzas el clímax.
—¡Uy! clímax. ¿Qué es eso?
—Lo que te entra cuándo más chillas, —respondió papa riendo—. Esta mordaza lleva una pieza que te entra por la boca y luego se puede inflar hasta que te la llena. Con ella casi no se te oye y es la que más le gustaba a mama.
Nos levantamos y fuimos hasta la mesa del salón sobre la que todavía seguía la manta. Me colocó la mordaza y aunque no dije nada, me agradó la sensación de tener algo metido en la boca. El sí se dio cuenta porque la verdad es que me lee cómo en un libro. Me ayudó a tumbarme y comenzó a atarme con la cuerda. No lo hizo cómo la noche anterior. Me ató con las piernas flexionadas hacia arriba, muy separadas, con mi chocho completamente expuesto. Las manos juntas y ...
... hacia atrás. Se inclinó y me besó en la frente mientras me pellizcaba suavemente un pezón. Empezó a inflar la mordaza y noté cómo la mandíbula se me separaba según ocupaba el interior de la boca. Cuándo consideró que ya era suficiente, sacó el instrumental de la caja y lo colocó a su lado, a mano.
—Voy a apuntar a qué hora empezamos y todos los orgasmos que tengas, —dijo papa enseñándome un papel y un boli—. Quiero saber la frecuencia, —y riendo añadió mientras me sobeteaba las tetas—. En una ocasión hice un estudio científico de tu madre: por algún lado debo de tener sus estadísticas: eran espectaculares.
Creo que papá se daba cuenta de que el mantenerme con la incertidumbre me excitaba, por eso no hacía más que hablar y hablar. Además, su tono de voz me ponía, y creo que de eso también se había dado cuenta.
—Llegué a preparar una presentación de PowerPoint con fotografías y todo, no creas, —continuo—. También tengo videos. Cuándo lo enseñaba, la peña flipaba: te lo aseguro. Varios quisieron comprarla, a tu madre ¿te imaginas? Fue la hostia: me ofrecieron una pasta. Pero, en fin: vamos a empezar.
Miró el reloj y apunto la hora en el papel. Me echó un buen chorro de lubricante en el chocho y empezó a estimularme el clítoris con el dedo. Lo hizo con mucho brío mientras con la otra mano seguía pellizcándome los pezones. Rápidamente mi respiración se hizo más profunda y agitada hasta que a los pocos minutos alcance el primero. Arqueando las cejas, papá apuntó la hora ...