Marcela una jueza golosa
Fecha: 26/06/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: claudiob, Fuente: CuentoRelatos
Contaré algo que me ocurrió y de lo que, aunque ya han pasado diez años, aun me arrepiento. Duró unos dos años, pero lamentablemente todo lo bueno tiene su fin y el de esta historia si bien no fue trágico, si se llevó mi satisfacción.
Con Alicia, mi ex, durante tres años nos cuidamos de no tener hijos y cuando finalmente decidimos tenerlos no pudimos; durante siete años nos hicimos cuantos análisis nos indicaron los distinto médicos a los que fuimos, pero… ¡no hubo caso!, pues si bien ambos podíamos procrear en forma independiente cuando tratábamos de hacerlo en conjunto, algo fallaba y no podíamos engendrar.
Esto llevó a que Alicia se enojase conmigo, diciéndome que no servía ni para darle un hijo y que como ella quería sentir lo que era estar embarazada se iba a ir. Dicho esto junto algo de su ropa y pegando un portazo y se fue dejándome con la bronca y la impotencia de no haber podido convencerla de que no se fuese.
La vida continuó y los 37 años, me encontraron siendo un hombre separado desde hacía 3 años. Un amigo me decía “No te preocupes Rubén, vos sos un gran abogado, con mucho cabello negro azabache, aun sin canas, ojos verdes, tez cetrina, boca grande igual que tus dientes, dientes cuya blancura dan vida a tu cara cada vez que sonreís, que son muchas, medís 1,87 metros, no tenés panza, aunque no se te marquen los rabiolitos, pesas 83 kg y sos muy simpático, con esas características si yo fuese mujer caería rendida a tus pies” y era cierto porque mujer que ...
... veía y me interesaba inmediatamente terminaba en mi cama.
No obstante ello, yo buscaba otra cosa, yo buscaba formar una familia.
Si por algo me caracterizaba eras por mi forma simpática y abierta de tratar a las personas, gracias a la cual logré establecer una gran relación, hacen ya muchos años, con Marcos, un gran juez de mi provincia.
Un viernes a la noche, con motivo de festejar sus 50 años de vida, organizó una fiesta y en ella conocí a Marcela, una jueza en lo civil y comercial de 40 años recién cumplidos. Ella, por lo que me enteré después, llevaba una vida de viuda desde hacía 7 años y tenía una hija de 18 años.
Marcela llevaba el cabello, rubio… natural, según dijo, hasta la cintura, poseía unos ojos celestes que parecían unos faroles, labios finos siempre pintados de un color rojo muy intenso, como intensa resultó ella, una estatura de 1,69 metros, pesaba 58 kg, una figura que más de una mujer envidiaba pues tenía un busto de 100, y como comprobé después, de pezones gruesos y duros coronando unas areolas de un color rosa oscuro destacándose del resto de su piel blanca marfil, 65 cm de cintura y 98 de caderas, su culo era prominente, y muy goloso, como también pude comprobar a las pocas horas de conocerla.
Con ella hice buenas migas casi de inmediato, pues si bien, durante la recepción, muy larga para mi gusto, conversamos en una gran rueda de personas, estas poco a poco se fueron a charlar con otras personas, hasta que finalmente quedamos conversando ...