1. Visitas a mi vecino (Chencho)


    Fecha: 01/08/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... que perdonarme!, por ser tan descarado.
    
    Y le preguntó como se llamaba.
    
    - ¡Chencho!, y le alargó la mano
    
    - ¡Samuel! Sami, para los amigos. ¡Es un verdadero placer!, muchacho.
    
    Y se quedaron en silencio durante unos minutos...
    
    - Es que, hace tiempo que no entraba aquí nadie como tu, ¿sabes? Eres una hermosa criatura.
    
    Al oír esto, a Chencho se le puso cara de fiesta; y aunque Lucía todavía pesaba mucho en su cabeza, ya no le dolía tanto el alma; y sin embargo, sí sentía cierto cosquilleo entre las piernas.
    
    - Te reitero mis disculpas, Chencho. Pero, las proporciones de tus atributos masculinos; en especial, las piernas y el trasero, son algo extraordinario. Que pena que no aceptes parejas.
    
    Chencho, no pudo evitar sonrojarse; y decidió aclararle algo...
    
    - ¡Gracias!, Samuel. Pero no soy un chapero.
    
    - ¡Ah, noo! ¡Perdóname entonces!...
    
    … la verdad, es que nunca había intentado contratar los servicios de uno... y está claro que no se me da bien. ¡Disculpame!
    
    - ¡No se preocupe! No lo tendré en cuenta. Pero, si de verdad le gustan mis atributos, como dice, no tengo ningún inconveniente en dejar que pueda apreciarlos como guste. Soy un poco exhibicionista ¿sabe?
    
    - ¡Ah!, ¿sii?… ¡que bien!...
    
    ... ¡bueno!, al menos, con esos pantalones se te ve tremendo, muchacho; aunque, claro, muchísimo mejor sin nada encima, ¿no crees?
    
    - Si me sigue, me pondré a su entera disposición...
    
    Chencho se levantó y se dirigió al W.C., entró en una de las cabinas, ...
    ... y le esperó con la puerta entreabierta. No tardando mucho (un par de minutos, si acaso) Sami entró; y después de quedarse mirándolo un rato, le echó mano al paquete, para tomarle la medida.
    
    Luego, le aflojó el cinturón y se acercó a su cuello, para poder olerlo... hasta que, le desabrochó el pantalón y le metió las manos en el culo.
    
    Lo magreó intensa y detenidamente... y después de suspirar profundamente, lo dejó con los pantalones de loneta beige a mitad del muslo, para sentarse en la taza y recrearse con esa maravillosa visión.
    
    - ¡Soberbio!… ¡realmente, soberbio!, exclamó muy excitado. ¡Eres maravilloso!, querido…
    
    Le dio la vuelta, y se quedó mirando ese culo, henchido de placer.
    
    … hasta que se atrevió a meterle una mano entre las piernas y acariciarle los huevos; buscando una manera de introducirle los dedos bajo la tela de los calzoncillos...
    
    - ¡Que gustazo!… ¡me encantas!, nene…
    
    Volvió a darle la vuelta y tirando de la cinturilla, dejó que saliera…
    
    - ¡Ummm!, ¡que maravilla!
    
    Y se la metió en la boca, para dejársela completamente chorreando.
    
    - Me encantaría estar en un lugar en el que pudiera disfrutar de ti tranquilamente, muchacho. ¿Te animas a venirte a casa? Allí estaríamos mucho mejor... y no está muy lejos, ¿sabes?
    
    Chencho, habituado a irse con sus ligues, no encontró nada extraño en esa pretensión. Así que, aceptó su propuesta, y cruzó la Glorieta de Bilbao con Samuel, para irse con él a Aravaca.
    
    Cuando llegaron…
    
    Una preciosa ...