-
¿Te acuerdas Papá?
Fecha: 06/08/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... juguetonamente te pasé mi mano libre por tu torso velludo y sudado… Lo recuerdo claramente, podía oír tus latidos y oler tu poderosa Testosterona salir de cada uno de tus poros. Y como mi cuerpo subía y bajaba sobre el tuyo a causa de tu fuerte respiración. Tú me dejaste un macizo brazo sobre mi espalda desnuda y sin saber por qué pasaste lentamente tu ruda mano, hasta llegar a donde la prominente curva de mis redondas nalgas se alza, asomándose por fuera de mi corto bóxer. Creo que tú al sentir mi piel suave y mis duras nalgas no te resististe, que incontinentemente empezaste a deslizar tu mano por debajo de mi prenda íntima, dejándote así campo libre para poder manosear mejor mi trasero; incluso recuerdo que en varias ocasiones me pasaste tu dedo índice por la raya de mis nalgas, como explorando más afondo… Yo no moví un músculo, no quería que te detuvieras si entrabas en razón de lo que hacías con el trasero de tu propio hijo… Empezaste a hablarme del encuentro de lucha libre que veíamos, mientras continuabas estrujando mis nalgas, yo tan sólo me estremecía levemente por tu contacto; ya que tu aroma masculino, el intenso calor y la nueva sensación que experimentaba me tenían totalmente sedado... Lentamente fui pasando mi mano por tu pecho, podía sentir como mi piel recogía el sudor de tus abundantes y rizados vellos; tú no decías nada, por lo que continué y me entretuve con los pelos que subían de tu pubis y se arremolinaban en tu ombligo. Creo que los dos nos ...
... movíamos por instinto, sin pensarlo, como que era algo natural en ti y en mi el acercarnos de esta manera. No importaba que tú fueras mi Padre y yo tu Hijo. Al contrario, parecía que yo al empezar a hacerme hombre necesitaba estar más cerca de uno verdadero y aprender de él, es decir cerca de ti; por lo que esa tarde nos dejamos llevar... ¿Lo recuerdas, no es así? Tú me seguías platicando sobre el combate, y los rudos y toscos luchadores que se tocaban y forcejeaban; continuando siempre con el masajeo de mis nalgas. Tanto más que ya pasabas tu dedo por mi ano, que apenas y tenía unos pocos pelos alrededor en ese entonces; lo hacías como si fuera de lo más normal, como si se tratara de un papá frotando la cabellera de su hijo. Llegó un momento en que tu dedo índice empezó a empujar mi anito, suavemente como si apretaras un botón… Un botón de placer; ya que sin entenderlo mi Pija se había endurecido y erguido dentro de mi bóxer. Sé que tú la podías sentir contra el costado de tu cuerpo, la dura carne de tu hijo… De pronto sentí como introducías lenta pero firmemente tu grueso dedo en mi virgen ano… Yo cerré los ojos y me mordí los labios, no quería que te detuvieras si me oías quejarme de dolor. Lo dejaste adentro de mí un rato quieto, y luego poco a poco lo movías circularmente y lo sacabas y metías nuevamente. Sentía un intenso calor en mi culo y como éste se regaba por todo mi cuerpo… Continué pasándote mi mano por tu peludo estómago, bajando hasta dejarla sobre el ...