1. Ahh, lujuria! (III: 1. Entrando en confianza)


    Fecha: 16/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    [Parte III - escena 1, entrando en confianza]
    
    Alberto supo paso a paso de los avances de mamá; y con cada nuevo paso me premiaba dándome placer meciendo su tallo en mi recto por largo, larguísimo tiempo - tal como era su costumbre y su habilidad - y haciéndome desfallecer de gusto. Mi marido sabía la calentura que yo tenía con mi amante y sabía que lo hacía dos y hasta tres veces por semana, pero no preguntaba porque en nuestro acuerdo, ambos nos contamos nuestras aventurillas sólo si deseamos hacerlo, sin preguntas. Lo amo. Pero lo que no sabía (ni sabe hasta hoy) mi marido es cómo corría el río en la cuestión de mamá, ya que ambas - ella y yo - conservábamos el mismo trato cariñoso y formal de siempre frente a él.
    
    Ese jueves Alberto supo y luego de su premio y mientras tomaba un café reparador me pidió que le diera unos minutos antes de irme; al momento de salir me entregó un papel recién escrito y - casi como una orden - me dijo: léelo y trata de hacer lo que te pido. No era nada difícil ni raro; lo transcribo:
    
    (Chumi es el apodo que me regaló Alberto, y me gusta). Pasar gran parte del sábado con mi amante no era mayor problema porque los sábados mi marido tiene guardia y contarle a mamá me movió a risa pero supuse (y bien supuesto) que Alberto quería saber hasta dónde podía llegar la temperatura de mamá, por lo tanto, así lo hice.
    
    Era la primera vez que hablaba en forma chancha con madre por teléfono pero ambas nos reímos y nos divertimos muchísimo. Y le ...
    ... aclaré de entrada que lo hacía por expreso pedido de Alberto. Y al día siguiente le confirmé a mi amante que once, once y media de la mañana iba a estar en casa de él, tal como me había pedido.
    
    El sábado comenzó como casi todos mis días, con una buena cepillada de mi maridillo tras la cual - y luego que él partiera rumbo a su trabajo me quedé remoloneando en la cama hasta cerca de las nueve en que llegó mamá. Me levanté con lo puesto (un coqueto y muy trasparente conjunto rosa de camisolín corto y pantaloncillo que volví a ponerme, ya que mi flacucho se había encargado de quitármelo un par de horas antes) y ya en el comedor de diario me dispuse a preparar un suculento desayuno para ambas mientras parloteábamos como mujeres que somos.
    
    Mi plan para el día estaba claro: luego de desayunar, ducha, ropa liviana, un toque de maquillaje y partir rumbo al día especial al que me había comprometido con mi amante. Unos minutos más tarde sonó el llamador de la puerta y fui a ver de qué se trataba pensando que sería algún vendedor ambulante, de esos que tanto molestan últimamente. Pues no, no era un vendedor, era el mismísimo Alberto !. Créanme: me sorprendió.
    
    Alberto, qué haces acá ? no habíamos quedado qué... / él interrumpió mi interrogante / nada, princesa, todo está bien, sólo que hay un pequeño cambio de plan y por eso me adelanté a buscarte ¿ok?. Intenté decirle que estaba mamá pero él pegó su boca a la mía buscando mi respuesta con su lengua. Ven, ven, pasa, que quiero ...
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