Historia del chip (037): Confidencias - Irma 010
Fecha: 25/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... no quiero ser una sumisa. Ya he tenido una relación así. Si me abandonas, quiero saberlo con tiempo— exigió.
—Estoy de acuerdo que es muy duro para una sumisa ser rechazada de ese modo. Y te has portado admirablemente. Creo que Miss Iron estará muy orgullosa de ti. Me ha enviado un mensaje esta mañana. Irma está inquieta. No creo que fuera necesario. ¿No hubiera sido mejor despertarme a mí? — preguntó Lena en tono seco. Irma comprendió que le estaba ordenando acudir primero a ella y no a Miss Iron.
—Lo haré a partir de ahora, pero te advierto que puedo ser como un bebé con gastritis— le dijo sonriendo. Lena soltó una carcajada.
—Pues toca bañar al bebé. Tendré mis compensaciones. Ve al baño, ponte los tacones y espérame en la bañera mirando hacia la puerta— ordenó.
Irma tuvo que esperar bastante rato con las manos en la barra y excitada a que su ama llegase. Apreció el agua deslizándose por la piel. Cuando Lena le retiró los pendientes y se los puso en sus propios lóbulos, Irma exhaló de expectación. La esponja fue de un lóbulo al otro y recorrió el cuello, la nuca hasta, por momentos, la cara de Irma, que se sintió en la gloria. Lena no cejó, no dejó de excitarla. Incluyó los brazos en el recorrido.
Irma quería que sus pechos estuviesen incluidos, ya llevaba demasiado tiempo sin ser estimulada en el lugar más importante, allá dónde se sentía mujer. Lena parecía esperar al momento oportuno... para ella.
—Por hoy ya está bien, bella dama— dijo Lena. El agua ...
... volvió a caer. Luego le limpió los pies también con lentitud. Lena la dejó en el lugar adecuado de la bañera a un paso del borde y le preguntó:
—¿Puedes salir sola y de pie?
Irma asintió y comenzó a subir la pierna izquierda. Era todo tan erótico. Por momentos quería que le acariciasen los pechos, las nalgas, los muslos, los pies. Era un cuerpo abierto, disponible, preparado para hacer el amor.
Trató de hacerlo con mayor quietud, pero si no balanceaba correctamente el cuerpo y las caderas al unísono de los brazos, sí que existía peligro de caer. Lena esperaba con la toalla en las manos y ojo avizor. Cuando acabó de secar a Irma, guardó los tacones en el armario. Irma salió vendada, talones en alto y pendientes por bandera. Volvió hasta su habitación, se quitó la venda, se limpió los dedos de los pies y se calzó con su calzado de siempre que ya no le parecía alto.
Esperó de pie a que Lena le trajese algo para ponerse, que resultó ser un tanga negro y medio trasparente que no ocultaba nada que no fuera el pubis. Más un pañuelo exiguo que cubría la mitad de las nalgas y cuyo efecto al andar era llevar la vista al culo exhibido y desnudo. Se levantaba al menor movimiento de ligero que era y al ser casi trasparente podía considerarse más un adorno.
Irma casi se escandalizó por salir así. Era mucho peor que ir desnuda. Lena puso un dedo en sus labios intuyendo que iba a decir algo.
—Aquí, en Córcega nadie se va a extrañar. En el aeropuerto compraremos un conjunto ...