Perdí mi vergüenza en Búzios (1)
Fecha: 13/09/2020,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Bettyeugen, Fuente: CuentoRelatos
Vacaciones febrero 2012.
Yo, Betty, 34 años. Soltera, con muchas experiencias vividas, pero en ese momento sin novio.
Mucho antes de empezar a planificar mi viaje de vacaciones, empieza a corporizarse una idea… coger con un negro. Esa idea liviana, sutil y frágil se empezó a tornar, con el correr de los días, en una obsesiva idea que no me abandonaba ni un instante… La mejor manera de llevarla a cabo sin que nadie me juzgara, ni me reprochara nada era hacer ese viaje sola. Como en mi país, Argentina, no son muchos las personas negras, pensé en Brasil como destino. Búzios fue el lugar elegido.
Llego al aeropuerto de Río y tomé el bus a Búzios…Tenia contratado un hotel en Búzios. Llegué a eso de las 14.00 horas. ‘Check in recepcion’. Llaman al botones para ayudarme con mi equipaje… Y vino él, 28 años, estatura mediana, bien proporcionado, negro, pero absolutamente negro (de esos negros cuya piel parece brillar) y una sonrisa que mostraba sus dientes relucientes… Ahí nomás ni bien lo vi, supe que había encontrado lo que había ido a buscar, era él. Me acompañó a la habitación, él cargando mis equipajes de mano. Me dijo que se llamaba Tarlis y que él se iba a encargar de mi habitación (y de mucho más pensé entre mi). Cuando llegamos a la habitación dejó rápidamente los dos bolsos y bajó a la recepción donde había quedado mi valija.
En el ínterin me saqué el corpiño y me desabroché hasta el tercer botón de mi camisa, mostrando el nacimiento de mis tetas, sin ser nada ...
... escandaloso… aunque sí bastante sugestivo. Cuando llegó a la habitación se dio cuenta inmediatamente de este “olvido” de mi corpiño (mi cuerpo es bastante revelador cuando no los llevo). Me miró detenidamente en un par de oportunidades en las que yo fingía estar distraída. Se fue, llevando la propina de rigor. A esa altura ya nos matábamos a puras sonrisas y nos tratábamos por nuestros nombres…Tarlis y Betty.
Hasta ahí todo bien, aunque… tenía que apretar el acelerador para llevarme a ese bombón a la cama. Me despojé de todos mis temores y vergüenzas. Es increíble como el hecho de estar en otro país nos ayuda en eso. Después de una pequeña siesta llamé a recepción para preguntar los horarios del salón comedor. Me atendió Tarlis y me dijo que subía enseguida para explicármelos. Me desabroché el cuarto botón de la camisa y ya era provocativo el panorama. Cuando vino Tarlis, le fue difícil sacarme los ojos de mis tetas y yo restaba toda importancia a eso. Todo era jijiji, jajaja. Cuando él estaba a punto de salir de mi habitación, me adelanté hacia el pasillo angosto que desembocaba en la puerta de la habitación y cuando pasaba él, le apoyé descaradamente las tetas en su costado. No dijo ni una palabra el santo.
Me dediqué a descansar un poco más y a eso de las 20.00 llamé a recepción para pedir una cerveza Antarctica. Atendió Tarlis y me dijo que subía de inmediato. Me desabroché el quinto botón. El primer botón que estaba prendido, lo estaba apenas arriba de mi ombligo. ...