El chico de las galletas
Fecha: 17/09/2020,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Desde hace poco tiempo que descubrí esta página de relatos y las historias entre reales y ficticias me parecieron interesantes. Y tal vez sea por eso que me animé a contar algo que sucedió no mucho tiempo atrás y que no me atrevía a contar, tal vez por temor o rechazo ante mi falta de decisión.
Todo ocurrió cierto día, que regresando de Internet, vi en la puerta de mi casa a mi madre, a la madre de Fernando pues son muy amigas y un muchacho negro conversando. Como yo nunca he tenido rasgos racistas me pareció de lo más normal pues al fin y al cabo es una persona como todas las demás.
- Hola mamá, como está señora Julia.- saludé educadamente como me habían criado.
- Hola hijo, que bueno que ya llegaste.- respondió mientras le pagaba al muchacho. Mira lo que compré.
Ella me alcanzó 2 paquetes de galletas y los tomé de lo más natural y recordando que al chico en cuestión ya lo había visto regularmente en otras calles de nuestra urbanización vendiendo sus golosinas.
- Le he comprado al chico para ayudarlo.- dijo señalándolo.
- Ah, que bueno.- respondí mirándolo indiferente.
- Sí amigo, tu mamá es muy buena persona.- dijo sonriendo con esos dientes tan blancos.
- Señora Julia, ¿Fernando está en su casa?- pregunté por mi amigo.
- Sí, Francesco, ahí lo dejé haciendo sus tareas.- respondió la mujer.
Yo ingresé a mi casa con los paquetes de galletas, al rato entró mi madre acompañada de la madre de Fernando como siempre para chismear. Y eso no me parecía ...
... malo pero me gustaría que tuvieran otras cosas mejores que hacer pues no son tan mayores como para estar en asuntos de viejas, y digo esto pues mi madre tiene 41 años, es delgada, de piel blanca y cabellos negros azabaches y la señora Julia tiene 42 años muy bien conservados, es igual de delgada que mi madre pero aún más blanca, de cabellos rubios y ojos verdes.
Una semana después, estuve esperando en el paradero a una amiga para salir a pasear, y que al final me terminó llamando a mi celular y decirme que no podría ir pues sus padres se fueron de improviso a un funeral y ella se tuvo que quedar en casa cuidando a su hermanito menor.
Con disgusto tuve que regresar a mi casa caminando porque el lugar donde la iba a esperar estaba cerca a donde vivo y después íbamos a ir a otro sitio a pasear. Al llegar a la esquina y voltear a la cuadra de mi calle, me detuve al observar que en la puerta de mi casa, se encontraban mi madre, la señora Julia y el muchacho de las galletas otra vez conversando de lo más normal, pero lo que más me sorprendió fue que ingresaron y mi madre lanzó una última ojeada a los alrededores, apenas me pude ocultar y esperar a saber que ocurría.
Me apresuré a llegar a la puerta y lentamente introduje la llave en la cerradura e ingresar silenciosamente. Por las voces sabía que estaban en la sala y sólo podía espiar sin ser visto a través de una esquina de la ventana que da al patio y que está parcialmente cubierto por unas plantas.
El muchacho estaba ...