Los Herederos Federighi (Chocoidilios)
Fecha: 14/10/2017,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: gary j. sorrow, Fuente: RelatosEróticos
... soltar todo lo que tienes. Ahora mismo.
Me estremecía y sentía escalofríos con cada arremetida de sus dedos, mis caderas se contraían por si solas, mientras me veía obligada a sacar la lengua para respirar y recrearme en mi propio placer, mientras usaba mi mano para jugar con mis tetas sin parar de gemir. Era cuestión de tiempo eyacular.
—¡Si sigues así voy a mojarlo todo!
Sus dedos entraban mejor y saboreaba mi coño sin parar.
—Podría estar así toda la vida.
Hundió su cara y me atacó con toda su fuerza. Mis caderas se contraían como nunca, mi voz estaba descontrolada y muy aguda:
—¡No puedo más, no puedo más…!
Mi vagina explotó y vertió todo mi fluido caliente sobre su cara mientras mi cuerpo sufría espasmos. Su cara manchada tragó lo que pudo. Volvió a besarme y abrazarme y se tumbó boca arriba. Yo intenté reponerme de mi fantasía, vi que no paraba de mirar mis pechos que no dejaban de moverse y vi su gran bulto bajo la ropa, no tardé mucho en desnudarle y dejar caer mi cuerpo sobre el suyo consiguiendo el máximo contacto, con mis labios sobre su pecho, mis tetas sobre su abdomen y mi ombligo aplastando su increíble pene. Lo sentí tan largo y duro apretado contra mí que tuve que levantarme un segundo para verlo con mis propios ojos y comprobarlo, entonces le miré impresionada.
—Sabes que esta cosita me encanta, ¿verdad? —Y moví un poco mi tripa para provocar el roce.
—A esta cosita le encanta que te encante.
Con cada roce se movía sola, ...
... poniéndose aún mucho más grande, él también empezó a moverse.
—Sigue por favor —me suplicó.
—Claro que sí, no voy a permitir que lo más preciado de mi hermanito no tenga lo que se merece —dije sonriendo y mordiendo todo mi labio inferior, me moví contra su pene y todo su cuerpo, disfrutando cada contacto y cada palpitación de su cosa. Entonces cuando nuestros cuerpos estuvieron más alineados, comencé a grindar mi rajita por toda la longitud de su pene mientras mis pezones se volvían cada vez más duros con el rozamiento.
—No pares, dame lo que me merezco.
Me besó apasionadamente durante unos segundos, saboreando nuestros labios y sentí su pene muy inquieto sobre mi rajita. Jugaba con su lengua, y presionando con toda la energía de mi carnoso culo, intenté ordeñarle.
—Sandra, tengo que darte mi leche ya —declaró con su mirada clavada en la mía.
Agarró mis caderas, las levantó, me punteó mis labios vaginales y me penetró a toda velocidad. Sus palpitaciones llegaban a mi corazón agitando mis senos a ritmo de locura. Tenía el privilegio de dejar caer mi peso sobre él y clavarme su jugoso miembro cada vez más profundo. No podía hacer más que gemir e intentar contener mi saliva con cada clavada.
Sus bolas chocaban conmigo al hacerlo tan fuerte, usando toda su largura, haciéndome rebotar. Cuando agarró mis pechos sentí mi cuerpo fuera de control. Su pene consiguió arrancarme gemidos y jugos abundantes, sus dedos firmes se enterraban en los pliegues de mis inmensos ...