1. Ducha deliciosa


    Fecha: 15/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Delicia, Fuente: CuentoRelatos

    ... vientre observé que su pene empezaba a crecer de forma desmesurada.
    
    —Lo siento mucho, hija mía, no sé lo que me pasa, pero no puedo evitarlo —dijo él, señalando con la mirada su descomunal instrumento.
    
    —No te preocupes, papá, llevas muchos años viudo y es algo normal que te ocurra esto. Además, a cualquier hombre en esta situación le ocurría lo mismo. —Ya lo sé, pero tú eres mi hija y no está bien.
    
    —Vamos papá, no seas ahora un remilgado. Además, olvídate que soy tu hija e imagina que soy tu enfermera particular.
    
    Después de este breve intercambio de palabras continué bajando y llegó la hora de enjabonar su hermosa verga. Me puse de rodillas y empecé a masajearla lentamente con la esponja mientras el permanecía de pie, sin dejar de mirar mis preciosas tetas. De pronto sentí sus manos sobre mi pecho intentando quitarme el sujetador.
    
    —Hija, perdóname, pero hace tanto tiempo que no veo una mujer desnuda, que me gustaría pedirte un favor. ¿Te importaría quedarte desnuda delante de mí?
    
    —Está bien papá, pero no hace falta que te diga que esto será un secreto entre nosotros dos —le dije yo, haciéndome la estrecha, aunque mi calentura iba en aumento por segundos.
    
    Me ...
    ... desnudé totalmente y continué con mi tarea. A estas alturas su polla había alcanzado un tamaño colosal y no dejaba de manosearme el pecho con sus grandes manazas, lo que me producía una calentura como hacía años que no sentía. Sin pensármelo dos veces agarré su cipote y, abriendo la boca todo lo que podía, lo engullí hasta su mitad, porque era imposible tragárselo entero. Le di una deliciosa y lenta mamada, mientras que con mi mano libre tocaba mi húmeda raja que estaba a punto de explotar.
    
    Cuando intuí que estaba a punto de venirse la saqué de la boca y se la cogí con las dos manos, sin llegar a abarcarla en su totalidad debido a su enorme tamaño, incrementando el ritmo de la deliciosa paja que le estaba haciendo. En unos segundos brotó de su falo un enorme torrente de leche espesa y caliente que salió disparada hacia mi cara inundándome. Le terminé de lamer los restos de semen de su polla que aún permanecía medio erecta. Me incorporé situándome frente y restregándome su glande en mi raja experimenté uno de los orgasmos mejores de mi vida.
    
    Desde ese momento, mi padre se aficionó a las duchas, y perdió el miedo a caerse, disfrutando durante esos días como nunca había imaginado. 
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