1. Esclavizado por perversos


    Fecha: 05/11/2020, Categorías: Transexuales Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... tonto, ¿vas a obedecer o tenemos que enseñarte modales?
    
    Mi miedo aumentaba y supe que resistiéndome saldría perdiendo, porque esos dos pervertidos me tenían en sus manos, indefenso. Entonces dije en un murmullo: -No, señor… No me… no me pegue… -pero apenas dije eso el ingeniero volvió a pegarme en la cara y con tanta fuerza que el golpe me derribó sobre la alfombra con los ojos llenos de lágrimas: -No estás obedeciendo, nene, ¿cómo te ordené que tenés que llamarnos?
    
    Me di cuenta del error que había cometido y dije después de tragar saliva: -A usted ingeniero y al otro señor, doctor.
    
    -¡Muy bien, nene!... Muy bien, veo que empezar a entrar en razón. Ahora parate.
    
    -Sí, ingeniero…
    
    -Las manos atrás, las piernas juntas y la cabeza gacha. –me ordenó desde el sillón el doctor, y adopté inmediatamente esa postura, porque ya conocía de sobra las consecuencias de resistirme.
    
    -Decime, nene ¿sos gay? –me preguntó el ingeniero.
    
    La pregunta me sorprendió pero contesté con firmeza: -No, ingeniero.
    
    -Mmmmmhhhhh, raro, porque un poco parecés una hembrita…
    
    -Pero no soy gay, ...
    ... ingeniero.
    
    Los dos hombres rieron y el doctor dijo: -Bueno, acá te vamos a convertir en un putito.
    
    Ante semejante comentario y las risas perversas no pude contenerme y supliqué al borde del llanto: -¡No!... ¡Por favor no!...
    
    Pero mis ruegos, lejos de conmoverlos parecían excitarlos todavía más.
    
    El ingeniero fue hasta el bargueño y volvió con un pequeño pote que dejó sobre la mesa.
    
    -Todo listo. –dijo. –y me envolvió en una mirada lujuriosa.
    
    -Por favor… -me atreví a suplicarles otra vez. –no me lo hagan… -pero el doctor me tomó de un brazo y me llevó hasta el borde de la mesa, sobre la cual debí inclinarme temblando de miedo.
    
    De reojo vi ambos se desvestían entre comentarios obscenos respecto de mí y lo que iban a hacerme. Una vez desnudos pude ver cómo se embadurban las pijas con una crema contenida en el pote.
    
    Pensé en mis padres y en la preocupación que estarían sintiendo porque yo no había regresado a casa, y enseguida comparé el tamaño de esas pijas, que de reojo veía erectas, con lo diminuto del orificio anal.
    
    “¡Me van a reventar el culo!” –me dije desesperado.
    
    (continuará) 
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