Travesuras de una bibliotecaria
Fecha: 16/10/2017,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... había tomado prestado una cantidad de libros desorbitada, y pensé: "Y si"...
"Caballero", dije, "es usted un gran lector, yo, en representación de la dirección de esta institución, desearía que tuviésemos una entrevista privada, es importante para nosotros saber las razones que le empujan a obtener tantos préstamos de libros aquí, así que..., si no le importa, acompáñeme a mi despacho, serán pocos minutos, ya verá"; "Oh, sí, sí, de acuerdo, vamos donde sea usted me diga", aceptó el usuario. Entonces me levanté.
Yo no disponía de despacho propio, como se pueden imaginar, pero conocía un montón de ellos en desuso repartidos por aquel vasto edificio, así que solicité al hombre que me siguiera. Por cierto, que al echarle un vistazo al completo comprobé que debía tener una polla inmensa, pues se veía sus redondeces en el tiro de su pantalón de hilo. "Qué lote me voy a dar, madre mía", pensé.
Entramos los dos juntos en un despacho polvoriento. El hombre se extrañó un poco de que ni siquiera hubiese un ordenador, pero entonces yo saqué una libretilla que tenía en el bolsillo de atrás de mi ajustado pantalón y la enarbolé agitándola: esto lo calmó.
"A ver, caballero, esta burrada de libros que usted lee..., ¿no le parecen demasiados?", pregunté; "No… no entiendo, yo"...; "¿No necesitaría usted de otra... cosita?", le interrumpí arrimándome mucho, hasta sentir su cipote en mi barriga, hasta notar que vibraba, entonces me arrodillé, abrí la portañuela de su pantalón y se ...
... lo saqué. "Buena verga tiene usted, caballero, acorde con su sabiduría, permítame que se la chupe, le va a gustar", dije, y me la metí en la boca. Al principio le di unos pocos lametones con la lengua y la besé limpiamente, sin embargo, en cuestión de minutos me la llevé dentro con ganas de saborearla bien y empecé a recorrerla en toda su longitud con mis labios. El hombre empezó a jadear, más, más, hasta que sentí su semen lanzado encima de mi lengua y oí su gemido de placer. Poco después me levanté, me relamí con su sabor, y le dije: "Caballero, de aquí en adelante esto habrá que repetirlo, continúe usted sus lecturas, que las mamadas no irán a la zaga, muchas gracias", me despedí.
Para concluir este relato, pasando por alto aquella vez que me quedé encerrada con tres estudiantes en el ascensor, que cuando consiguieron sacarnos, media hora más tarde, ya tenía yo el culo hecho un bebedero de patos, que no pude sentarme en una semana de lo que me dolía; o aquella otra vez en el almacén con dos auxiliares, a los que, estrujando sus pollas entre mis hermosas tetas, hice que se corriesen encima de éstas, que el semen, tirada en el suelo como estaba, se esparció hasta mis hombros y llegó a manchar mi melena estirada bajo mi cabeza; pues bien, quitando estas dos, y algunas más, como iba diciendo, mi relato toca a su fin, porque desde hace dos días estoy enamorada de un hombre, si, y sólo tengo sexo con él. Se llama Julio y es repartidor de mercancía pesada: un hombrón, diría yo; ...