Los pies de mi hermana
Fecha: 18/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... determinación, y yo sentía que se me ponía más dura. Hasta que de pronto me pidió:
¡descalzate y frótame tus pies en la concha, dale que estoy más caliente que una perra!
Abrió las piernas todo lo que le fue posible, como las puertas del paraíso a mis pies descalzos que, lejos de apichonarse tomaron su pedido de auxilio como una ofrenda. Ni bien sentí el calor de su conchita en mis dedos, le froté los talones en la parte en la que su clítoris hacía revoluciones, y sus gemidos no podían ser menos que el gorjeo de los pájaros.
Cuando agarró su bombacha para tirármela en la cara, supe que estaba regaladísima.
¡olela nene, dale, ponete loquito con el olor de la conchita de tu hermana, mordela, comete mi bombachita y pajeame con tus pies pendejito, meteme los dedos!, dijo extasiada de placer, y yo hice mi mejor esfuerzo por introducirle uno de mis pulgares en la vagina.
En un momento miré a mi derecha, donde las dos parejitas mateaban, y solo quedaba una. En efecto, la mina se había arrodillado con todo el culo al descubierto para mamarle la pija al tipo.
Yo no sabía cuánto más sería capaz de evadir mi lechazo. Pero Jazmín empezó a masturbarse lamiendo mis pies. En 25 años jamás alguien me había llevado al punto tal de acabarme encima, solo sintiendo una lengua revoltosa en mis pies, unos dientes impúdicos y la dulzura de una saliva con poderes angelicales.
Pero la veía dedearse, colmarse de flujos, apretar uno y otro orgasmo en sus labios, frotarse el ...
... clítoris con mis pies y espiar a la flaca que peteaba a su macho, y no pude con las voces de los demonios que ella misma desató en mi cabeza.
¡Basta guacha, vení para acá, te la quiero poner toda!, le dije oliendo su bombacha.
Ella otra vez se antepuso a la moral, se levantó y se me sentó encima para dejarse empomar por mi verga pegoteada de la acabada anterior, pero tan dura como los árboles que quedaban en pie alrededor del parquesito.
Empezó a fregarme las tetas en la cara aún con su vestido por arriba de la cintura, a cabalgarme sin tenerle compasión a mis huesos, ya que al menos pesaba unos 75 kilos, a gemir agitándose el pelo suelto a esa altura, y a calentarme con su vocecita.
¡cogeme Nico, siempre quise que me la metas, que me chupes los pies, que me pegues en el culo, daleeee, pégame más fuerte nene, que a vos te gusta mirarme la conchita no?, querés que ande con la conchita al aire para vos pendejito? Culeame así, sentime guacho, haceme tu putita!, decía mientras se babeaba, me empapaba con su sabia y saltaba desbocada, hasta que un borbotón de semen no quiso ser menos que el que ahora explotaba en la cara de la mina que nos veía como en un trance espectral.
Se la inundé toda con mi leche entretanto la nalgueaba y le mordía las gomas. Incluso hasta le hice un agujerito en el vestido con los dientes.
Cuando se separó de mí, fue para mostrarme cómo le chorreaba mi leche de la conchita por las piernas, y cómo se la secaba con la bombachita.
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