Sexo estival
Fecha: 03/12/2020,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: priscilla69, Fuente: CuentoRelatos
... gritos, ser lamidos por aquellos labios carnosos.
—Tienes hambre, ¿eh...?
Preguntó sonriente.
—¿Cómo?
Me hice la despistada sabiendo de sobras a qué se refería. De pronto, la marea me embistió por los pies, empujándome hacia él. Caí de forma que mi pezón derecho se clavó en su nariz. Él subió la barbilla metiéndoselo entero en su jugosa cavidad bucal.
Comencé a gemir, mientras me agarraba con fuerza a su revuelto cabello. Ambos nos retorcíamos de excitación ajenos a la multitud playera que campaba a sus anchas por allí
—¡Vamos niños! Que esta gente está haciendo cosas feas.
Pude escuchar a una madre que intentaba apartar a los niños del ángulo de visión de nuestros actos pecaminosos.
—¿Tan feos son?
Intentaba convencerme a mí misma mientras lo único que veía eran estrellas brillar.
A estas alturas, él había apartado la poca tela de mi bikini rosa, y me estaba metiendo dos dedos que jugaban con el piercing que llevo en el clítoris.
No me corté ni un pelo y dirigí mi mano al interior de su bañador. Mis dedos se enredaron en su vello púbico, mientras hacían camino hasta alcanzar su falo punzante, que estaba preparado para actuar.
—¡Qué bien la tocas!
Exclamó jadeante a medida que mis dedos tocaban como a teclas de piano, falo arriba, falo abajo.
—Es que soy experta en manejo de instrumentos.
Le explique mientras seguía tocando melodías con mis falanges.
La marea me volvió a ...
... embestir, pero esta vez, quedé empalada a su verga. Noté como entró en mi de golpe, hasta tocar fondo.
Me quedé quieta y con la boca bien abierta.
—Si no llega a ser por esto, hubiese dejado que te la comieras durante un buen rato. Tienes una boca muy preparada para ello.
Esta vez no supe que decir, por lo que preferí mantenerme callada, pero cabalgando con la furia de un animal desbocado, a ese pedazo de verga, que entraba y salía de mí, como si de un concierto de piano a gran escala se tratara. Mientras, él me susurraba al oído los versos más pervertidos.
Era una fusión de música y literatura en toda regla.
De pronto, se oyó el ruido de un motor a mis espaldas y unas voces que nos chillaban, mientras ambos nos corríamos de manera acompasada.
—¡Largo de aquí o tendremos que detenerles! No es lugar para hacer cosas feas.
Eran los de salvamento que nos echaban.
Por dos veces, nos habían dicho que era feo lo que estábamos haciendo.
—¿Feo? Si follar es lo mejor de la vida.
—Y más, fusionando con dos cosas igual de hermosas que son, la música de nuestros gemidos con los versos eróticos.
Ambos nos levantamos, incrédulos e incomprendidos.
Nos separamos, cada uno a su lugar. Volvió a sentarse en la roca y continuó leyendo sus poemas, mientras yo, tendiéndome de nuevo sobre la toalla, decidí encender la radio y escuchar mis melodías favoritas, mientras el día, seguía avanzando a nuestro alrededor.