Acosado y seducido
Fecha: 27/06/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
Dentro de dos meses cumpliré dieciocho años, estoy terminando la escuela secundaria y, para ayudar a la economía familiar –vivo con mamá y papá en una casa alquilada-, empecé a trabajar por la tarde en una agencia de publicidad.
Nos presentamos muchos chicos como respuesta al aviso en los dos principales diarios que pedía “jóvenes de quince a dieciocho años para ocupar puesto de meritorio de oficina.”
Todos los aspirantes tuvimos una primera entrevista con la Jefa de Personal y no sé cómo le fue a los otros, pero a mí esa señora cincuentona de modales agradables y muy atractiva me agendó un encuentro para el día siguiente con el dueño de la agencia, el señor Emilio Trovatto.
Me presenté puntual y muy nervioso a las siete de la tarde y después de unos minutos la señora Estela, la Jefa de Personal, me llevó a la oficina del señor Trovatto.
Es un despacho amplio y austero, con algunos cuadros en las paredes, al fondo el escritorio, sobre la pared derecha un sofá para tres personas, delante una mesa ratona y varias sillas distribuidas en distintos sitios.
Cuando entramos, el señor Trovatto se adelantó a recibirnos. Es un hombre de unos sesenta años, de estatura media, robusto, de cabello canoso peinado con gel, cara cuadrada y con un aire de mando que emana de su figura.
-¿Cómo le va, Eleonora?
-Bien. Señor Trovatto, gracias, ¿y usted cómo está?
-Muy bien, y a ver si incorporamos a este nuevo empleadito.
-Espero haber elegido bien, señor ...
... Trovatto.
-A primera vista le aseguro que sí, Eleonora. –dijo el señor después de mirarme de arriba abajo.
-Bueno, muchas gracias, señor Trovatto.
¿Cuál es tu nombre, chico?
-Jorge, señor… Jorge Bernárdez.
El señor volvió a su escritorio, hizo sentar a la señora Eleonora y a mí me pidió que permaneciera de pie y retrocediera unos pocos pasos. Lo hice mientras empezaba a sentir que ese hombre me ponía nervioso.
-Es que quiero verte bien, ¿sabés? Porque la presencia es muy importante en el trabajo que vas a hacer. Te vas a ver con clientes y para ellos vas a ser la imagen de la empresa.
-S… sí, me doy cuenta, señor… -dije mientras sentía su mirada recorrerme de pies a cabeza. Yo llevaba un jean celente ajustado, mocasines negros sin medias y una remerita blanca, ceñida.
Después de unos segundos, me ordenó ponerme de espaldas.
-No entiendo, señor… -me asombré.
-Necesito tu imagen completa, Jorgito.
-Bu… bueno, señor… -y me di vuelta.
-Ha elegido muy bien, señora… -le escuché decir al señor.
-Gracias, señor Trovatto.
-De frente otra vez. Empezás a trabajar mañana. ¿Vas a la escuela?
-Sí, señor, estoy en quinto año, de mañana.
-Perfecto. Tu horario va a ser de catorce a veinte. Ahora andá con la señora para llenar algunos papeles y mañana te esperamos a las dos de la tarde.
-Sí, señor, hasta mañana. –y fui con la Jefa de Personal a su oficina.
-¿Estás contento, Jorgito?
-Sí, señora, necesito trabajar.
Llenamos un par de formularios y ...