1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 11/12/2020, Categorías: Sexo en Grupo Hardcore, Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... intimas, que un intruso había traspasado los umbrales de las mismas.La juventud es elástica, todo el mundo lo sabe. Y Montse Fernández era muy joven y muy elástica.Si vosotros hubieseis visto la inmensa máquina de David Brown, lo habríais aseveradoconmigo Su elasticidad natural le permitió admitir no sólo la introducción de aquel ariete,sino también dejar de sentir la menor m*****ia al cabo de un par de días.Tres días después de este interesante episodio regresó el padre Ambrosio. Una de susprimeras preocupaciones fue buscar a Montse Fernández. Al encontrarla la invitó a entrar en un boudoir.—¡Vela! —gritó, mostrándole su instrumento, inflamado y en actitud de presentararmas—. No he tenido distracción alguna durante una semana, y mi yerga está que arde,querida Montse Fernández.Dos minutos después, la cabeza de Montse Fernández reposaba sobre la mesa del departamentomientras que, con la ropa recogida sobre su espalda, dejaba al descubierto sus turgentesnalgas, las que el lascivo cura golpeó vigorosamente con su largo miembro, después dehaber solazado su vista en la contemplación de sus rollizas nalgas.Tras otro minuto ya su instrumento se había introducido en el coño por detrás, bastaaplastar contra las posaderas el negro y rizado pelo de la base. Tras sólo unas cuantasembestidas arrojó borbotones de leche hasta la cintura de ella.El buen padre estaba demasiado excitado por la larga abstinencia para que con sóloesto perdiera rigidez su miembro, por lo que retiró aquel ...
    ... instrumento propio de unsemental, todavía resbaladizo y vaporoso, para llevarlo al pequeño orificio situado entre elpar de deliciosas nalgas de su amiga. Montse Fernández le ayudó y, dado lo bien aceitado como estaba, 102 de 107se deslizó hacia adentro, para no tardar en obsequiar a la muchacha con otra tremendadosis procedente de sus prolíficos testículos. Montse Fernández sintió la ardiente descarga, y recibiógustosa la cálida leche proyectada contra sus entrañas. Después la puso de espaldas sobrela mesa y le succionó el clítoris por espacio de un cuarto de hora, obligándola a venirse dosveces en su boca. A continuación la jodió en la forma natural.Acto seguido se retiró Montse Fernández a su habitación para lavarse, y tras un ligero descanso sepuso su vestido de calle y se fue.Aquella noche se informó que el señor Verbouc había empeorado. El ataque habíaalcanzado regiones que fueron motivo de alarma para su médico de cabecera. Montse Fernández ledeseó a su tío que pasara una buena noche y se retiró a su habitación.Julia se había instalado en la alcoba de Montse Fernández para pasar la noche, y ambasmuchachas, para aquel entonces ya bien enteradas de la naturaleza y las propiedades delsexo masculino, estaban recostadas intercambiando ideas y aventuras.—Pensé que iba a morir —dijo Julia— cuando el padre Ambrosio introdujo su cosagrande y fea muy adentro de mi pobre cuerpo, y cuando acabó creí que le había dado unataque, y no podía entender qué era aquella cosa viscosa, aquella ...
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