1. LA HISTÓRIA DE MONTSE FERNANDEZ


    Fecha: 11/12/2020, Categorías: Sexo en Grupo Hardcore, Voyerismo Autor: reininblack, Fuente: xHamster

    ... aliento—. ¡Vente, tío! ¡Me agrada tanto saborearlo!—Podrás hacerlo, queridita, pero todavía no. No debemos ir tan aprisa.—¡Oh, cómo me mama! ¡Cómo me lame su lengua! ¡Estoy ardiendo! ¡Me mata!—¡Ah, Montse Fernández! Ahora no sientes más que placer: te has reconciliado con los goces denuestros contactos i****tuosos. 52 de 107—De veras que sí, querido tío. Ponme tu carajo de nuevo en la boca.—Todavía no, Montse Fernández, amor mío.—No me hagas aguardar demasiado. Me estáis enloqueciendo. ¡Padre! ¡Padre! ¡Oh,ya viene hacia mí, se prepara para joderme! ¡Dios santo, qué carajo! ¡Piedad! ¡Me partiráen dos!Entretanto Ambrosio, enardecido por el delicioso jugueteo con el que estuvoentretenido, devino demasiado excitado para permanecer como estaba, y aprovechando laoportunidad de una momentánea retirada de Verbouc, se puso de píe y tumbó sobre susespaldas, en el blando sofá, a la hermosa muchacha.Verbouc tomó en su mano el formidable pene del santo padre, le dio un par desacudidas preliminares, retiro la piel que rodeaba su cabeza en forma de huevo, yencaminando la punta anchurosa y ardiente hacia la rosada hendidura, la empujóvigorosamente dentro del vientre de ella.La humedad que lubricaba las partes nobles de la criatura facilitó la entrada de lacabeza y la parte delantera, y el arma del sacerdote pronto quedó sumida. Siguieron fuertesembestidas, y con brutal lujuria reflejada en el rostro, y escasa piedad por la juventud de suvíctima, Ambrosio la ensartó. La excitación de Montse ...
    ... Fernández superaba el dolor, por lo que se abrióde piernas hasta donde le fue posible para permitirle regodearse según su deseo en laposesión de su belleza.Un ahogado lamento escapó de los entreabiertos labios de Montse Fernández cuando sintió aquellagran arma, dura como el hierro, presionando su matriz, y dilatándola con su gran tamaño.El señor Verbouc no perdía detalle del lujurioso espectáculo que se ofrecía a su vista,y se mantuvo al efecto cerca de la excitada pareja. En un momento dado depositó su pocomenos vigoroso miembro en la mano convulsa de su sobrina.Ambrosio, tan pronto como se sintió firmemente alojado en el lindo cuerpo queestaba debajo de él, refrenó su ansiedad. Llamando en auxilio suyo el extraordinario poderde autocontrol con el que estaba dotado, pasó sus manos temblorosas sobre las caderas dela muchacha, y apartando sus ropas descubrió su velludo vientre, con el que a cadasacudida frotaba el mullido monte de ella.De pronto el sacerdote aceleró su trabajo. Con poderosas y rítmicas embestidas seenterraba en el tierno cuerpo que yacía debajo de él. Apretó fuertemente hacia adelante, yMontse Fernández enlazó sus blancos brazos en torno a su musculoso cuello. Sus testículos golpeabanlas rechonchas posaderas de ella, su instrumento había penetrado hasta los pelos que,negros y rizados, cubrían por completo el sexo de ella.—Ahora lo tiene. Observa, Verbouc, a tu sobrina. Ve cómo disfruta los ritoseclesiásticos. ¡Ah, qué placer! ¡Cómo me mordisquen con su estrecho ...
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