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ALAN II
Fecha: 12/12/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Al día siguiente lo peor sucedió, me descubrieron. Dormía plácidamente, cuando sentí a alguien sobre mí, aplastándome los testículos. Casi perdí el control cuando vi a Bruno, el hermano de Alan cabalgándome y gritando: ¡Sé lo que hiciste anoche, te descubrí y se lo voy a contar a mi hermano ahora! Salió corriendo como un loco, directo al dormitorio de Alan. “Alan sabes lo que pasó anoche, nuestro primo vino a…” Estaba gritando cuando Alan le tapó la boca y lo sacó a empujones fuera. ¡Sé que vino a ver una película y es todo, no quiero escucharte inventar tonterías! Fue lo que dijo Alan cerrando la puerta y dejando sin palabras a Bruno y al borde de las lágrimas. Yo lo escuché todo desde el cuarto donde dormí y temí que ya hubiese descubierto que me aproveché de él, mientras dormía. Bruno no dijo nada y yo no le dirigí la palabra tampoco. Ya en la tarde, cuando pensaba que nada iba a salirse de control. Me crucé a Alan en el pasillo y este me agarró de la remera y me metió a su cuarto. ¡La próxima que me vuelvas a tocar te mato! ¡Maldito puto de mierda! Después de gritarme me sacó de un solo empujón y no me quedó otra que encerrarme en mi habitación para llorarme la vida entera. Luego decidí finalmente llevar a cabo el plan que tenía para conquistar a Alan de por vida. Seguí las instrucciones del libro negro, y enterré en el jardín todos los ingredientes que necesitaba, más una foto de él, bajo una planta a mi criterio, la más bonita. Durante los días siguientes aunque ...
... jamás lo crean, las cosas empezaron a tomar el rumbo que anhelaba. La actitud de Alan cambió para bien, primero se comportaba como un torpe, buscándome por todos lados hasta que me encontraba y no sabía para qué me buscaba. Luego me llamaba para ver películas en su cuarto, e incluso invitaba a Bruno, si se lo pedía. Yo sabía a qué se debía su cambio, pero si quería que todo fuese perfecto tendría que armarme de paciencia y dejar que Alan avance a mí, sin miedo a nada. Una noche, la noche más caliente, Alan entró a mi cuarto a escondidas y se metió dentro de mi cama. Me dijo que no podía dormir y que no sabía que le pasaba, que se sentía raro. Yo le pregunté si quería que habláramos de algo en especial para que se relaje, y el solo me miraba como pensativo. Sentía sus piernas tremendamente gruesas y velludas cerca de las mías y se me erizaba la piel. Él no podía articular palabra y entonces lo besé, como un niño lo haría, un beso con los labios cerrados. Pero él metió su lengua y masajeó la mía como un remolino lento y pausado. Se acercó más y no dejaba de besarme, de abrazarme y arrimarme sus piernas. Su mano empezó a acariciarme los glúteos con una fuerza que ni yo creía, apoyándome su falo erecto en el vientre y aprisionándomelo como si fuera a entrar por el ombligo. Sus besos húmedos y calientes bajaban a mi cuello y torso. Quería arrancarme la ropa y desvestirme lo más rápido posible. Ensalivó el dedo del medio y me lo metió por el ano, volvió a ensalivarlo, saboreando y ...