1. La dependienta del Springfield


    Fecha: 04/02/2021, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    El viernes me había llegado un mensaje de móvil de Springfield, la tienda de ropa. Descuentos en la compra de ropa. Así que el sábado por la tarde, aprovechando que debía dejar a mi mujer en casa de su madre para un jaleo familiar, fuimos a un Springfield. Elegimos el que hay en el centro comercial de Alcalá de Guadaira. Aparcamos tras un par de vueltas en el parking subterraneo y subimos a la tienda. La idea era comprar un par de polos nuevos y aprovechar el descuento. La verdad es que había bastantes polos a buen precio, pero mi vista se fue a las tres dependientas que había. Tres chicas jóvenes con vaqueros apretados, marcando piernas, cortos por abajo enseñando tobillo, por arriba camisetas que dejaban ver los ombligos y marcando pechos. Todo ello acompañado por tres bonitas sonrisas. Una de ellas se acercó a decirnos si nos podía ayudar. Nos indicó las tallas a mi mujer y a mi y nos confirmó el descuento. Fui al probador me los probé y a pagar. Mientras lo hacía no podía quitar la mirada de la boca de la chica que nos cobraba. Preciosa.
    
    Pero la compra terminó y nos fuimos. Ya que estábamos en el centro comercial aporvechamos para cenar allí. Estando allí un amigo, precisamente de Alcalá, me preguntó si queríamos luego una cerveza. Mi mujer me dijo que ella se quedaría en casa de los padres pero que fuera yo. Así que tras dejarla en su casa, me dirijí donde había quedado con mi amigo y su pareja.
    
    Habíamos quedado en un bar de copas que se llama Zeppelin, en el ...
    ... centro de Alcalá. Allí estuvimos con un par de tercios echando unas risas. Hacía calor y estábamos en la terraza del local. Y precisamente allí, cuando estaba tomándome la parte final del segundo tercio, vi llegar una cara conocida. Era una de las chicas del Springfield. Unos 20 años. Pelo oscuro recogido en una larguísima colsa. Delgada. Venía con un chico rubio, musculado y lleno de tatuajes. Se sentaron justo en la mesa de al lado. No pude dejar de mirarle el culo mientras se sentaba. Me ponía a mil ese culo.
    
    Convencí a mis amigos de tomarnos otra. Y allí nos quedamos tomándola mientras yo lanzaba miradas a la mesa de al lado. Pero cuando llegó el final de la cerveza mis amigos dijeron que se iban ya. Asi que no tuve más remedio que irme con ellos. Los despedí junto a mi coche y ellos siguieron caminando hacía su casa.
    
    Pero me armé de valor y en vez de irme, y aprovechando que la mesa donde habiamos estado seguía vacía, solo con nuestros botellines vacios encima, me volví al bar. Me pedí una cerveza sin y me senté en la mesa de nuevo, pero cambiando de silla, quedándome con la más cercana a la pareja.
    
    La conversación de la pareja no era nada del otro mundo. No sé pero me daba un enorme morbo escucharlos allí. Al rato, y tras un par de cervezas sin para mi y un par más de copas que se tomaron ellos, eramos de los pocos que quedábamos en el local. Yo me hacía el tonto mirando el movil y tal. Y cada vez más nervioso porque la conversación de la pareja iba subiendo de ...
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