Amanda (Luis y el cobertizo)
Fecha: 05/02/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: ZLAZKO-KAI, Fuente: CuentoRelatos
Habíamos quedado en el mismo hotel, a la misma hora y en la misma habitación. Como cada miércoles, me veía con el hijo del socio de mi marido, un veinteañero morenazo, con un cuerpo como un queso de bueno. Luis, que así se llama el joven, es el típico chico malo de barrio, problemático a más no poder, jefe de su pandilla y un macarrilla de mucho cuidado. Su arrogancia, sus aires chulescos y su forma de vestir, es lo que a mí me ponía cachonda perdida, y hacía que mojara las bragas.
Me llamo Amanda, tengo 34 años, mido 1´72 de altura, tengo los ojos verdes, los labios gordos, un buen culazo respingón, unas tetas grandes y un coño bien abierto capaz de comerse la polla más grande, y monstruosa que te puedas imaginar. La verdad es que me considero una buena calienta pollas, una follaora nata, un pedazo de ninfómana putón y hambrienta siempre de sexo. Según dicen mis amantes, soy una verdadera fiera en la cama, una viciosa de placer, una puta que está buenísima, y que da gusto follarme el coño a fondo.
El padre de Luis y mi marido, tienen un bufete de abogados, son los socios mayoritarios de la firma y los que llevan todo el cotarro. Por el trabajo de mi marido, estoy muy bien relacionada con gente de todas las esferas sociales, desde simples trabajadores hasta personas muy importantes e influyentes. En alguna que otra fiesta de la alta sociedad, ayude a mi marido a conseguir muchos contratos con mi coño y mi destreza con el francés, y no me refiero al idioma ...
... precisamente.
La primera vez que me lo monté con Luis, fue después de una fiestecita que daban sus padres en su casa, mi marido estaba de viaje en Portugal por asuntos del trabajo, así que acudí sola y como siempre me suele suceder, bebí demasiado y coqueteé con varios hombres. Normalmente cuando bebo me suelo poner muy cachonda y si hay algún tío que me guste, entonces me sube una calentura por el clítoris, que me moja la almeja y chorrea de babas toda la braga. Aquel día en la fiesta estuve bebiendo ron miel sin parar, insinuándome y provocando a más de un tío. Noté que Luis no me quitaba ojo de encima, me seguía a donde fuera con la mirada, le daba igual que yo lo hubiera pillado unas cuantas veces mirándome, al contrario… el niñato cabrón me desnudaba con los ojos descaradamente. Adiviné el potencial de aquello, lo que podía dar de sí, aquellas miradas, descubrir de lo que era capaz aquel joven y si estaba a la altura.
Vi que ya era tarde y quise retirarme, e irme a casa. Como me había venido a la fiesta con unos amigos, el padre de Luis se ofreció muy cortésmente, a que su hijo me llevara en su Audi y así no tener que llamar a un taxi. Indudablemente acepté la invitación sin pensarlo dos veces, eso era lo que yo quería y lo que el niñato deseaba toda la noche… quedarse a solas conmigo. Muy educadamente me dijo que lo esperara un par de minutos y que me recogería en la entrada de la casa.
A los 3 minutos apareció en su coche, y cambiado de ropa. Estaba imponente, bueno de ...